En 1975, dos cantantes, Gloria Gaynor, con su tema «Never can say goodbye», y Donna Summer con «Love to love you, baby», sentaron las bases de la onda disco.
Las discotecas se llenaron de estos sonidos exactos y monótonos, para hacer bailar.
La explosión llegó con el estreno de la película Fiebre de sábado por la noche. Con los bailes de John Travolta, la música de los Bee Gees y de otros intérpretes, este filme batió todos los récores de entonces. Solo de su banda sonora se vendieron 25 millones de discos dobles.
De la onda expansiva se agarraron numerosos grupos, como K.C. and the Sunshine Band, The Jackson Five y Tabares, entre otros.
Entrando en los ’80, se comenzaron a utilizar más bases rítmicas programadas, dejando de lado los instrumentos tradicionales. Aquí destacan Prince, Michael Jackson, Madonna y U2, entre otros artistas, cada uno con su propio subestilo.
La onda disco provino fundamentalmente del funk. Este ritmo comenzó a ser desarrollado por James Brown y la banda Kool and the Gang, en la mitad de los años ’60. Se trataba de una música alegre y festiva, igualmente agradable para blancos y negros. Algunos de los grupos que terminaron por consolidarlo fueron Earth, Wind and Fire, The Commodores y Fatback Band.
Estos estilos dejaron un legado de estructuras rítmicas y melódicas que muchos músicos, en la actualidad, han retomado y adaptado según su propia visión, como Red Hot Chili Peppers o Jamiroquai.