Artes complementarias
Las estatuas adornaban las fachadas o se instalaban dentro de los templos y tumbas. Sus figuras eran rígidas debido a que la piedra que se usaba para esculpirlas era dura, además de que los escultores se servían solo de herramientas de cobre para su trabajo.
Las estatuas egipcias pueden ser clasificadas en colosos, con medidas que podían alcanzar los 20 metros de alto, como la Esfinge, localizada frente a la Gran Pirámide; en estatuas decorativas, que representan a reyes o dioses en posiciones sagradas y con sus atributos, y las estatuas funerarias, que consistían en retratos de los muertos.
También usaron los bajorrelieves, que muestran escenas de la vida de los dioses o de los reyes y que se pueden encontrar en los muros y columnas de los templos.
La pintura egipcia ha dejado valiosa información sobre la vida cotidiana de sus habitantes, al representar sucesos en la existencia del difunto en los muros de las tumbas, aunque también pintaron escenas mitológicas sobre sus paredes. Los artistas no esbozaban más que los contornos que, luego, ilustraban con colores planos y comunes. Posteriormente, dominaron la técnica del dibujo y la proporción.
Escritura emblemática
Al parecer, el origen de la escritura egipcia también fue como una decoración accesoria de la arquitectura.
Los primeros signos fueron emblemas grabados que significaban un objeto o idea y que, con el tiempo, se transformaron en palabras, sílabas y letras. De esta manera surgieron las expresiones escritas, llamadas jeroglíficos o caracteres sagrados, usados para las inscripciones de los monumentos.
A pesar de usar unos 700 signos diferentes, el uso cotidiano los redujo a una menor cantidad abreviándolos (escritura hierática), situación que se repitió más tarde al crearse la escritura demótica, que era una forma más rápida y sencilla de la escritura hierática.
Joyas
Los egipcios consideraban a las joyas como su gran lujo, lo que quedaba reflejado en la fina hechura de sus formas. Ejemplos de estos trabajos fueron los pectorales (que cubrían el pecho), y los collares, verdareros adornos de piedras y metales preciosos.
También el abundante uso de perfumes requirió de varios accesorios, como cucharas, vasos, envases, que eran verdaderas obras artísticas.
En su creación, los orfebres se inspiraban en lo que la naturaleza ofrecía como modelo: plantas, animales y hasta partes del cuerpo humano. Muchas figuras adoptaron las formas del loto y del escarabajo, algunos de los motivos preferidos de los artistas egipcios.
El material favorito para producir sus gemas era el oro, el cual se obtenía de las minas que explotaban entre el Nilo y la costa del mar Rojo. Sin embargo, también usaban otras piedras semipreciosas provenientes del desierto, como la cornalina, de color anaranjado; el feldespato, verde, y la amatista, de tonos violeta.
Canto y baile
Por los testimonios gráficos y escritos que nos dejaron los egipcios, se deduce que ellos disfrutaban mucho de la diversión y entretenimiento que produce la música.
Existen escenas de fiestas en las murallas de las tumbas, además de los cánticos que se han encontrado escritos en los papiros y de los instrumentos preservados hasta hoy.
Celebraban grandes festivales públicos, en los que participaban miles de personas con cantos y melodías de flautas, arpas y castañuelas.
Sin embargo, también se tocaba música en actividades corrientes, como en el caso de los que pisaban la uva durante la vendimia, los cuales eran acompañados por el sonido que hacían otros hombres cuando golpeaban rítmicamente dos palitos, o como los campesinos que les cantaban a sus bueyes mientras trillaban el trigo con sus pezuñas.
De acuerdo con algunos estudios, en los banquetes participaba una pequeña orquesta, con secciones de viento y percusión y que las armonías que ahí se tocaban eran, probablemente, muy acompasadas.
El arpa egipcia
Las arpas que usaban los egipcios para interpretar su música eran muy variadas. Algunas eran tan grandes como el que las tocaba. También era variable el número de cuerdas, desde cuatro hasta más de veinte.