La condición social de los conquistadores españoles era, fundamentalmente, de villanos (vecinos comunes del vecindario de un pueblo, a excepción de quienes pertenecían a la nobleza, al clero o al estamento militar) y unos pocos hidalgos (personas que por su sangre son de una clase noble y distinguida).
Los simples hidalgos, desprovistos de fortuna y en una condición social desmedrada, se convirtieron en un sector propicio para cualquier empresa o aventura que prometiera buenas recompensas. Su afán era alcanzar la categoría de grandes señores, poseedores de tierras y vasallos que trabajaran por ello. Como en España no se les presentaba ninguna posibilidad de realizar sus ambiciones, América les daba la oportunidad que soñaban.
El porcentaje de villanos que pasó por América se calcula que sobrepasó el cincuenta por ciento. Hombres inquietos, rápidamente comprendieron que el Nuevo Mundo les proporcionaba la oportunidad de mejorar su situación, sin las trabas y prejuicios sociales que los aplastaban en España.