La civilización inca se desarrolló en una región geográfica bastante compleja: los Andes.
Con paisajes muy diferentes entre sí, tales como la costa (oasis y desiertos), la sierra (valles húmedos y altiplanos secos) y la montaña (bosque tropical lluvioso).
Así y todo, los incas lograron habitar esta difícil región gracias a la implementación de complejos cultivos en terrazas, inmensas obras de infraestructura y una gran eficacia en la producción y distribución de alimentos, que incluso, les permitió almacenar excedentes.
Por eso es sorprendente pensar que su historia no duró más de cien años.
Civilización inca
La historia de los incas se mezcla fuertemente con sus relatos legendarios, debido a que esta civilización no desarrolló un sistema de escritura que diera cuenta de sus orígenes.
Sin embargo, se sabe que desciende de antiguas culturas andinas que se establecieron en los Andes Centrales, entre ellas el pueblo de Chavín de Huantar, una pequeña villa cordillerana en el norte del Perú, cuyo mayor aporte fue ayudar por primera vez a la unificación de dichas culturas.
Con posterioridad, alrededor del 300 a. C., declina la cultura chavín y surgen otros reinos, como el Moche, Nazca, Tiahuanaco y Huari, todos ellos con su respectivo tiempo de apogeo.
Los últimos reinos en aparecer fueron el Chimú en el norte y el Inca en el sur.
La influencia de este último fue la que derivó finalmente en la constitución del magnífico imperio andino.