El problema fronterizo entre Argentina y Chile en el Estrecho de Magallanes, fue sometido a arbitraje de S.M. Británica Isabel II, el 22 de julio de 1971, debido a que el país vecino desconoció el Tratado de 1881, como también, el posterior fallo dado por el Rey Eduardo VII de Inglaterra en 1902, sobre este territorio.
Pero este nuevo arbitraje corrió la misma suerte que el anterior, entonces, gracias a la intervención del Santo Papa y del Cardenal Antonio Samoré, ésta permitió un acuerdo, que trajo la paz a ambas naciones, evitando un derramamiento de sangre innecesario.
Problemas limítrofes con Argentina
Con relación a los límites, las dificultades entre Chile y Argentina comenzaron prácticamente desde la época de la independencia. Así fue que en 1843 Chile hizo actos efectivos de dominio en El Estrecho de Magallanes y fundó el Fuerte Bulnes. Tres años después, Argentina alegó sus derechos soberanos en la región.
Luego, en 1856 ambas naciones firmaron un tratado de comercio, donde se incluyó una cláusula, según la cual, las dos repúblicas reconocían como límites los que tenían en 1810, al separarse de España. Pero desde esa fecha Argentina reclamó su soberanía sobre la Patagonia y Chile los dominios sobre el Estrecho de Magallanes.
Las gestiones continuaron y el 6 de diciembre de 1878 se redactó un Convenio para llevar a un arbitraje general los territorios controvertidos, pero sin una respuesta de Argentina, estalló la Guerra del Pacífico, en abril del año siguiente. En ese momento Chile se esforzó en obtener la constitución del arbitraje en la cuestión de límites prevista en el Convenio, o la firma de un acuerdo «statu quo», que asegurase la negociación pacífica.
Pero ambas propuestas fueron rechazadas por el Congreso argentino, debiendo Chile enfrentar en esas condiciones la Guerra en el norte de su territorio con Perú y Bolivia. Finalmente, el 23 de julio de 1881, finalizando el conflicto con lo otros países limítrofes, se firmó en Buenos Aires un tratado, donde Argentina obtuvo La Patagonia y Chile lo que siempre defendió, el Estrecho de Magallanes.
Pronto comenzaron las dificultades, cuando se trató de llevar a la práctica el Tratado de 1881. En 1896, cuando parecía inminente un conflicto armado, se firmó un protocolo por el que ambos países sometieron a la decisión del Rey de Inglaterra la resolución de las dificultades surgidas. El Rey Eduardo VII, como sucesor de la Reina Victoria, entregó su fallo el 20 de noviembre de 1902, sobre la interpretación del Tratado de 1881.
Los problemas limítrofes continuaron entre ambas naciones y uno de ellos tuvo relación con las islas Picton, Lennox y Nueva, a pesar que de acuerdo al Tratado de 1881, Chile tiene soberanía sobre «todas las islas al sur del Canal Beagle hasta el Cabo de Hornos y las que haya al occidente de la Tierra del Fuego».
El gobierno de Chile, presidido por Eduardo Frei Montalva al comprobar la imposibilidad de llegar a acuerdo con Argentina, tomó la decisión de recurrir al arbitraje del gobierno de S.M. Británica, el 11 de diciembre de 1967, en forma unilateral, lo cual estaba expresamente contemplado en el tratado de 1902. Finalmente, Argentina aceptó el arbitraje el 21 de julio de 1971.
El nuevo fallo, que se dio a conocer el 2 de mayo de 1977, confirmó en todas sus partes la tesis chilena y determinó claramente que las islas Picton, Lennox y Nueva, pertenecen a la República de Chile, conjuntamente con los islotes situados al sur del Canal Beagle y rocas inmediatamente adyacentes a ellas.
Pero Argentina no reconociendo este fallo, instaló rápidamente una baliza en la isla Barnevelt, situada al sur del Canal Beagle. Adicionalmente, violó el espacio aéreo y marítimo con aviones y naves en la zona del Cabo de Hornos. El gobierno de Chile enfrentado a esta situación, se vio obligado a enviar una protesta el 28 de junio de 1977, al gobierno Argentino.
Al año siguiente, el 19 de enero, se reunieron los presidentes de Chile y Argentina y concordaron en las bases para futuras conversaciones que deberían realizarse más adelante, sin perjuicio del Laudo Arbitral de 1977. A fines de ese mes, el Canciller argentino declaró nulo el fallo y notificó al gobierno chileno que Argentina no reconocía su validez.
A fines de 1978, la tensión era tal que tropas de ambos países se desplazaron al extremo sur del Continente. Argentina incrementó sus compras de material bélico y comenzó a lo largo de la frontera a hostigar a chilenos residentes en Argentina. Incluso los Servicios de Inteligencia estadounidense llegaron a señalar la fecha en que Argentina intentaría ejecutar acciones de fuerza en alguna de las islas chilenas.
El gobierno de Washington pidió la intervención de la Organización de Estados Americanos, hasta donde concurrió Chile, para defender sus posiciones. En esas circunstancias, el Papa Juan Pablo II propuso enviar una misión de paz y acercamiento que fue acogida de inmediato por Chile. Entonces, se reunieron en Montevideo el Cardenal Antonio Samoré y el Canciller de Chile Hernán Cubillos y el de Argentina Pastor.
Se llegó a un pacto por el que ambas naciones se comprometieron a no emplear la fuerza y a pedir la mediación del Santo Padre. El Papa aceptó oficialmente la mediación, el 24 de enero de 1979 y designó como mediador al Cardenal Samoré.
La Santa Sede presentó en reserva una propuesta de tratado a ambos gobiernos el 12 de diciembre de 1980, el que fue aceptado por la delegación chilena, pero el gobierno argentino fuera de hacerla pública, la cuestionó. Las conversaciones continuaron, y en medio de éstas, se tuvo que sentir el fallecimiento del Cardenal Samoré en febrero de 1983.
El «Tratado de Paz y Amistad«, fue entregado a ambas naciones el 19 de octubre de 1984, por el Cardenal Secretario de Estado de la Santa Sede, que los dos países debían aprobar y ratificar. En esta ocasión el texto se dio a conocer en Chile y en Argentina simultáneamente, para conocimiento de la opinión pública.
El 14 de marzo de 1985 el Tratado fue aprobado por el Senado de Argentina y el 11 de abril de 1985 por la Junta de Gobierno de Chile, presidida por Augusto Pinochet Ugarte. Este Tratado logró solucionar un problema limítrofe que enfrentó a Chile y Argentina por 175 años.