Las glándulas sexuales comienzan su funcionamiento entre los diez y los catorce años, al ser estimuladas por las hormonas gonadotróficas de la adenohipófisis.
Su tarea es básicamente la de generar los gametos o células sexuales destinadas a la fecundación, y producir hormonas para impulsar la aparición de las características morfológicas de cada sexo.
Los testículos poseen dos funciones: una reproductora y la otra endocrina. Se encuentran situados fuera de la cavidad abdominal, en la bolsa escrotal, son de forma ovoide y miden aproximadamente 3 x 3,5 centímetros.
Contienen los túbulos seminíferos, donde se lleva a cabo la espermatogénesis o proceso de formación de las células sexuales masculinas, existiendo entre estos túbulos un grupo de células intersticiales (conocidas también como células de Leydig), responsables de la producción de hormonas masculinas.
Tanto la función de la espermatogénesis como la secreción de hormonas dependen del sistema hipotálamo-hipofisiario de las gonadotrofinas.
Desde el nacimiento y hasta que el hombre entra en el período de pubertad, los testículos permanecen inactivos. Después, su labor comienza con el proceso de la espermatogénesis -cada 64 días- y la formación de la testosterona, que es la hormona que señala los caracteres sexuales secundarios.
Además, interviene en otras acciones fisiológicas, como el crecimiento del pene, el escroto, la próstata y las vesículas seminales; aumento en el desarrollo muscular; incremento del vello corporal; cambio de la voz, producido por la expansión de los cartílagos y de las cuerdas vocales.
También la estimulación de la secreción de las glándulas sebáceas y sudoríparas, y determinación de la actitud más agresiva y de atracción por el sexo opuesto. Finalmente, esta hormona detiene el crecimiento después de la pubertad, al inducir el cierre progresivo de los cartílagos epifisiarios.
Número determinado
Los ovarios de una niña contienen alrededor de 400 mil óvulos primitivos y, más adelante, durante su período reproductivo, libera unos 400 óvulos maduros.
Cuando cesa la función de los ovarios, en el período conocido como menopausia, las mujeres pueden recurrir a la sustitución hormonal, para controlar los efectos posteriores causados por esta etapa, como son el debilitamiento óseo, mareos y molestias generalizadas.