Dr. Fernando Mönckeberg
Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas
Asesor científico ciclo Cuerpo Humano
Todas las piezas del cuerpo humano funcionan a la perfección gracias a la información que comanda uno de los más complejos mecanismos conocidos: el sistema nervioso. En esta maravillosa estructura recae la intrincada misión de recoger cada uno de los estímulos provenientes tanto del entorno como del propio organismo, y transformarlos en respuestas adecuadas.
El sistema nervioso comprende el cerebro, la médula espinal y el conjunto de todos los nervios del organismo. Desde el punto de vista anatómico se divide en sistema nervioso central (SNC), compuesto por el cerebro y la médula espinal; y en sistema nervioso periférico (SNP), formado por una red de nervios, ganglios y receptores especializados que enlazan el cerebro, la médula espinal y el resto del organismo.
Ya dijimos que el sistema nervioso central comprende el cerebro, también llamado encéfalo, y la médula espinal.
El cerebro es la masa nerviosa contenida dentro del cráneo, envuelta por unas membranas llamadas meninges. Consta de tres partes: el cerebro propiamente dicho, el tronco encefálico y el cerebelo.
El cerebro
Este órgano no deja de asombrarnos con su funcionamiento, ya que a pesar de toda la investigación que se ha hecho sobre él, todavía esconde innumerables secretos.
Es la parte más importante del SNC, pues en él residen innumerables funciones, entre las que se cuentan el pensamiento, las creencias, el comportamiento, los recuerdos y el estado de ánimo. Es, además, el centro de la inteligencia y del control del organismo. Puede planificar con anticipación, crear y revisar todos los estímulos tanto internos como externos. Está formado por masas de tejido lleno de circunvoluciones y surcos, divididas en dos mitades llamadas hemisferios derecho e izquierdo, cuya conexión se realiza por medio del cuerpo calloso, una agrupación de fibras nerviosas.
Los dos hemisferios del cerebro se dividen a su vez en cuatro lóbulos: frontal, parietal, occipital y temporal.
El lóbulo frontal controla la actividad motora aprendida, como la articulación del lenguaje, el estado de ánimo, el pensamiento y la planificación del futuro.
El lóbulo parietal interpreta las sensaciones que recibe del resto del cuerpo y controla el movimiento corporal.
El lóbulo occipital interpreta la visión, y el lóbulo temporal, finalmente, es el encargado de la memoria y las emociones.
En la base del cerebro se encuentra el diencéfalo, donde existe una serie de células nerviosas estructuradas que se denominan ganglios basales, tálamo e hipotálamo. Los ganglios basales colaboran en la coordinación de los movimientos; el tálamo organiza la transmisión y recepción de la información sensorial a las capas superiores del cerebro, y el hipotálamo coordina las actividades más automáticas del organismo, controla los estados de sueño-vigilia y regula el equilibrio del agua y la temperatura corporal.
La segunda parte del cerebro o encéfalo es el tronco encefálico, que conecta el cerebro y el diencéfalo con la médula espinal. Regula automáticamente otras actividades del organismo, como son el mantenimiento de la postura, el control de la deglución y de las frecuencias cardíaca y respiratoria. También interviene en la velocidad con que el organismo consume los alimentos y aumenta el estado de alerta cuando es necesario.
Finalmente, la tercera parte es el cerebelo, que se encuentra situado debajo del cerebro y encima del tronco encefálico. Su función es la coordinación de los movimientos corporales según la información que recibe del cerebro respecto de la posición de brazos, piernas y tono muscular.
La médula espinal
La médula espinal constituye el segundo gran segmento del sistema nervioso central, siendo la principal vía de comunicación entre el cerebro y el resto del organismo. Se trata de una masa cilíndrica de tejido nervioso ubicada dentro del canal vertebral, con una longitud cercana a los 45 centímetros. Está dividida en 31 segmentos: 8 cervicales, 12 torácicos o dorsales, 5 lumbares, 5 sacros y uno coccígeo. Su función es transmitir y coordinar los impulsos sensitivos y motores.
La parte más externa de la médula espinal, compuesta por sustancia blanca, contiene fibras nerviosas. Las de la porción delantera son fibras motoras que transmiten los impulsos desde el encéfalo hacia los nervios periféricos. Las de la porción trasera son sensitivas y el estímulo nervioso lo distribuyen en sentido inverso, o sea, desde los nervios periféricos hacia el encéfalo.
La parte central de la médula, que al cortarse transversalmente tiene forma parecida a una mariposa, se constituye de sustancia gris y contiene los cuerpos neuronales.
Desde la médula espinal, específicamente desde sus lados y a través de los espacios intervertebrales, arrancan los nervios raquídeos.