Tal vez nunca imaginamos la posibilidad de reemplazar a un ser humano por otro absolutamente igual. Pero esto es posible hoy gracias a los avances de la ciencia. El proceso de clonación se trata -básicamente- de copiar en forma idéntica algún organismo; puede ser un vegetal, un animal, órganos del cuerpo o un ser humano.
Para realizar una clonación, los científicos toman el núcleo de la célula que se quiere repetir, donde se encuentra toda la información genética; en una célula reproductora (un óvulo) se reemplaza el núcleo original por el núcleo de la célula que se quiere clonar, la que es colocada en un útero que asegure las condiciones necesarias para que comience a crecer normalmente. Así, nacería un nuevo ser con las mismas características del organismo del cual fue extraído el primer núcleo. En el caso de un ser humano, el mismo pelo, los mismos ojos, estatura, en fin, un ser exactamente igual.
Los primeros experimentos sobre clonación comenzaron en 1952; pero sin duda el caso más conocido fue el de la oveja «Dolly», clonada por científicos escoceses en 1997, siendo la primera clonación hecha a partir de un animal adulto.
La posibilidad de reproducir órganos para salvar personas enfermas y recuperar especies en extinción a través de la clonación es, sin duda, un gran avance científico. Pero al tratarse de seres humanos esto cambia, ya que entran en juego la ética y la dignidad humana.