Por ello se hizo necesaria una nueva visión global en la que se conjugaran crecimiento, una sociedad más justa y cuidado del medio ambiente, es decir, el concepto que hoy denominamos desarrollo sustentable.
La influencia humana en los cambios ambientales es innegable. A pesar de que, al igual que las otras especies que habitan el planeta, los humanos estamos regidos por las leyes y ciclos de la naturaleza, el uso que hacemos de ella es diferente. Desde que el hombre comenzó a aprovechar su inteligencia por sobre el instinto para sobrevivir se situó en una posición de dominio ante los demás seres vivos, causando un paulatino impacto en los ecosistemas.
De un aprovechamiento equilibrado y de una economía de subsistencia pasamos en los últimos siglos a un uso y abuso desmesurado de los recursos naturales, ignorando las consecuencias que, a futuro, nos traerían estas acciones. Recién en 1972 se realizó en Estocolmo la primera conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente, en la que participaron 113 países. La celebración de esta reunión puso de manifiesto el reconocimiento mundial de la gravedad de los problemas ambientales.
Aquí se adoptó un plan de acción para salvaguardar y mejorar el medioambiente en beneficio de las generaciones humanas presentes y futuras.
A partir de los 80, se hizo aún más evidente la necesidad de una estrategia global, que se preocupara de la regulación de la explotación y del consumo de los recursos naturales y que considerase ese problema no solo como ambiental, sino como una crisis global que afectaba tanto al plano ambiental como al social y económico. Es así como en 1987 se publicó un importante informe, que cambiaría las percepciones de algunos ecólogos, economistas y sociólogos, que no consideraban relaciones de
importancia entre sus objetos de estudio.
Pensar en el futuro
El concepto de desarrollo sustentable comenzó a utilizarse a partir de un informe socioeconómico elaborado por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente (CMMAD) para Naciones Unidas, en 1987, conocido también como «Nuestro Futuro Común» o «Informe Bruntland» (por la noruega que presidió la comisión, Gro Harlem Bruntland). En él se refería de forma directa al uso eficiente, equitativo y ambientalmente responsable de todos los recursos escasos de la sociedad, es decir, naturales, humanos y económicos. Además, que esto no solo implicaba cuestiones cuantificables, sino que se vincula con la calidad de vida de las personas y del entorno donde se insertan.
Se trata, además, de un aprovechamiento razonable y con visión a futuro de los recursos, ya que, según lo señalado en el propio informe, el desarrollo sustentable debe procurar «satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades».
La democracia, la paz interna, el desarrollo tecnológico, la equidad y la participación ciudadana también son parte importante de una sociedad que aspira a alcanzar un desarrollo sustentable, ya que este no solo se trata de un manejo adecuado del entorno y sus recursos, sino que también pretende lograr un clima de seguridad social y económica que facilite el cuidado de la naturaleza.
Convención para el cambio
A comienzos de la década de los 90, se realizó en la ciudad de Río de Janeiro (Brasil) una de las reuniones más importantes en torno al tema del desarrollo y el medioambiente. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, más conocida como «Cumbre de la Tierra» o «Cumbre de Río«, se llevó a cabo desde el 3 al 14 de junio de 1992, y convocó a 172 países y a más de 2 mil representantes de organizaciones no gubernamentales, quienes buscaron las alternativas posibles para que cada nación adoptara modelos de crecimiento económico y social que situaran la conservación de la naturaleza a un mismo nivel que sus riquezas económicas o la estabilidad política alcanzada.
Entre los principales puntos acordados y expuestos en la «Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo», se encuentran:
– Los Estados deberán cooperar con espíritu de solidaridad mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la Tierra.
– Los Estados tienen el derecho soberano de aprovechar sus propios recursos según sus propias políticas medioambientales y, a su vez, deben velar porque las actividades realizadas bajo su jurisdicción o bajo su control no causen daño al medioambiente de otros Estados o de zonas que estén fuera de la jurisdicción nacional.
– Todos los Estados y todas las personas deberán cooperar en la tarea esencial de erradicar la pobreza como requisito indispensable del desarrollo sostenible.
– Se debe colocar especial atención a las necesidades de los países en desarrollo, en particular a las de los menos adelantados y los más vulnerables en términos ambientales.
– Los Estados deberán desarrollar un sistema económico internacional favorable y abierto que lleve al crecimiento y al desarrollo sostenible de todos los países, así como una legislación nacional relativa a la responsabilidad y a la indemnización respecto de las víctimas de la contaminación y otros daños ambientales.
– Las mujeres, los jóvenes, las poblaciones indígenas y las comunidades locales poseen un rol fundamental en el mantenimiento del equilibrio medioambiental y en el desarrollo. Es por ello que deben ser participantes activos del desarrollo sostenible de sus pueblos.
También la Cumbre de Río generó importantes acuerdos y marcos regulatorios para que cada país asumiera el desafío de integrar la preocupación por el entorno y sus recursos en la población y en los planes económicos. Entre los acuerdos más importantes están:
1. Agenda 21: programa de acción social y económica que se relaciona directamente con el tema del desarrollo sustentable. No es jurídicamente obligatoria, sino que traza el camino para que los países orienten su desarrollo acorde a las propuestas hechas.
2. Convención sobre la Diversidad Biológica: acuerdo jurídicamente obligatorio, que tiene por objetivo final resguardar el patrimonio biológico del planeta, promover su uso sostenible y lograr una distribución equitativa de los beneficios de su uso. Fue firmada por 153 países con la oposición de Estados Unidos.
3. Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático: compromiso creado para evitar el calentamiento de la atmósfera como consecuencia de la acumulación de gases invernadero. A partir de esta convención se generó posteriormente el protocolo de Kyoto, el que establece un plan de acción específico y metas a alcanzar por los diferentes países que lo suscribieron.
4. Declaración sobre los bosques: documento sin fuerza jurídica que orienta sobre las medidas de protección y el desarrollo sostenible de los bosques.
5. Carta de la Tierra: plantea 27 principios generales sobre el medio natural y el desarrollo donde se adopta el concepto de desarrollo sostenible.
De las palabras a la acción
Diez años después de la Cumbre de Río, diferentes comisiones de la ONU evaluaron, a partir de las estadísticas económicas, sociales y medioambientales mundiales, las metas propuestas y logros alcanzados por los países participantes de la cumbre en torno al tema del desarrollo sostenible. Sin embargo, los resultados fueron poco alentadores, ya que varios de los puntos acordados quedaron solo en el papel y muy pocas naciones integraron a sus políticas el cuidado y manejo medioambiental y la educación de la población en torno al crecimiento social y económico.
En un informe elaborado por el Secretario de la ONU de ese entonces, Koffi Annan, se señalaba que el medioambiente a nivel mundial continuaba siendo vulnerable y que la degradación de los ecosistemas parecía no tener retroceso.
En cuanto al desarrollo económico de los países, si bien durante la década de los 90 la mayoría de estos habían alcanzado algún grado de crecimiento, continuaban existiendo importantes desigualdades.
En esta reunión se buscaba adoptar compromisos concretos relacionados con temas como contaminación, pobreza, integración de los pueblos, entre muchos otros. Además del compromiso de los países por implementar planes efectivos y la validación de acuerdos como el protocolo de Kyoto, surgieron nuevos conceptos, como los de cooperación e integración internacional, vistos no en términos económicos, sino en las repercusiones de las acciones ambientales entre uno y otro punto del planeta.
Los documentos aprobados en esta cumbre fueron una declaración política y un plan de acción, ambos contando con el objetivo final de efectuar acciones concretas en torno al desarrollo sostenible.
Es por ello que entre los principales puntos tratados estaban la elaboración de planes de eficiencia energética a nivel global, la regulación en la utilización de productos químicos dañinos para la salud, la protección de la biodiversidad, favorecer la gobernabilidad de los países y la reducción a la mitad, para el año 2015, de las personas que no tienen acceso a algún servicio sanitario.
¿Sustentable o sostenible?
Podemos hablar de igual manera de desarrollo sustentable, sostenible o perdurable. Sin embargo, la Real Academia Española (RAE) recomienda el uso del vocablo “sostenible”, que se relaciona más con los procesos y que significa “que puede mantenerse por sí mismo, como lo hace, por ejemplo, un desarrollo económico sin ayuda exterior ni merma de los recursos existentes”.
Preocupación anterior
Una década antes de la masificación del concepto de desarrollo sustentable ya se hablaba de la importancia de conciliar el desarrollo económico, la paz social y la protección medioambiental.
Esto se ve reflejado en el cuarto principio de la carta final de la conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo en 1972, que señala: “El hombre tiene la responsabilidad especial de preservar y administrar juiciosamente el patrimonio de la flora y de la fauna silvestre y su hábitat que se encuentren actualmente en grave peligro por una combinación de factores adversos. En consecuencia, al planificar el desarrollo económico debe atribuirse importancia a la conservación de la naturaleza, incluidas la flora y la fauna silvestres”.
Nobel por la naturaleza
De los siete premios Nobel de la Paz que ha entregado el Comité Nobel Noruego durante este siglo, dos han recaído en personas y organismos que fomentan la protección de la naturaleza y un desarrollo equilibrado entre el hombre y el medioambiente.
Durante 2004, el premio le fue concedido a la keniana Wangari Maathai, por su contribución al desarrollo sustentable, la democracia, la paz y los derechos humanos, mientras que este año el estadounidense Al Gore, conjuntamente con el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU (conocido como IPCC por su nombre en inglés), recibieron el reconocimiento por sus esfuerzos para contribuir a difundir información sobre el cambio climático causado por el hombre, crear conciencia e impulsar medidas para contrarrestarlo.
Jornada ecológica
Como una forma de generar conciencia a nivel internacional de la importancia del cuidado de la naturaleza, la Asamblea General de las Naciones Unidas decretó el 5 de junio como el Día Mundial del Medio Ambiente.
La fecha se estableció durante la Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano, realizada en junio de 1972 en la ciudad de Estocolmo (Suecia), y posee entre sus principales objetivos la sensibilización de la sociedad respecto de la necesidad de preservar el entorno natural, así como también la promoción de políticas de mejoramiento ambiental.
Datos Icarito
¿Qué pasaría si todos los habitantes de la Tierra nos tomáramos de la mano?
Formaríamos una fila 20 veces más larga que la distancia entre la Tierra y la Luna.
¿Qué ocurre con la mortalidad y la natalidad alidad a nivel mundial cada un minuto?
Se estima que nacen 253 personas y mueren 203.
¿Qué importante rol cumple la biodiversidad para el hombre?
Satisface cerca del 80% de las necesidades humanas.
¿Qué porcentaje de la producción maderera se utiliza como combustible a nivel mundial?
Cerca del 50%.