El hundimiento del gobierno zarista se vio acelerado por el conflicto armado, y tras la abdicación de Nicolás II, ocurrida el 15 de marzo de 1917, el gobierno provisional ruso decidió continuar la guerra. No obstante, la toma del poder por los bolcheviques, que eran partidarios del fin de la contienda, motivó la firma de la paz entre Rusia y Alemania en el Tratado de Brest-Litovsk (1918). Este documento reconocía la independencia de Polonia, Finlandia, Ucrania y provincias bálticas; pero, más que nada, fue una medida alemana, pues así se aseguraba un cordón de resguardo en su frontera oriental.
Mientras, en Estados Unidos, el sentimiento pro bélico comenzó a aumentar y, luego de que barcos alemanes atacaran a la marina comercial estadounidense, el Presidente Woodrow Wilson decidió declarar la guerra a Alemania, el 6 de abril de 1917. Esta acción fue reafirmada con la intercepción, por parte de los servicios de información británicos, del llamado telegrama Zimmermann, enviado el 19 de enero de 1917 por el ministro de Asuntos Exteriores alemán Arthur Zimmermann. En este telegrama se señalaba la posibilidad de una alianza entre Alemania y México, con el fin de que si Estados Unidos entraba en la guerra, México marchara al norte a cambio de la recuperación de Nuevo México, Texas y Arizona.
El ejército de Estados Unidos, que contaba con 130.000 soldados en 1916, movilizó a más de tres millones y medio de civiles. También los estadounidenses contribuyeron a este conflicto, con aportes económicos que se hicieron efectivos en préstamos a los aliados y, luego, una vez que ingresaron a la guerra, sumaron 10.000 millones de dólares invertidos en autoaprovisionamiento de alimentos y pertrechos.
Luego de firmada la paz con Rusia, el general alemán Erich Ludendorff trasladó sus tropas al frente occidental (Francia). En marzo de 1918 consiguió derrotar a los aliados en Picardía y en mayo llegó hasta el río Marne, donde fueron detenidos por las tropas aliadas.
Como el ejército alemán se encontraba sin recursos y muy desgastado, la llegada de los soldados estadounidenses los redujo y obligó a retroceder. Finalmente, los generales Hindenburg y Ludendorff pidieron la suspensión de hostilidades. La pérdida de la guerra significó para las potencias centrales una grave crisis, que terminó en noviembre de 1918 con la abdicación de los emperadores Guillermo II de Alemania y Carlos II de Austria.
¿Sabías que?
El costo económico de la Primera Guerra Mundial frenó el desarrollo mundial en más de cinco años. Sin embargo, lo peor fue la pérdida de vidas humanas, que se calculó en alrededor de nueve millones.