Los discursos de Gorbachov en el 27º Congreso del Partido Comunista y el de enero de 1987 ante el pleno del Comité Central dieron cuenta de sus intenciones.
El Presidente soviético hizo un llamamiento a aflojar el control burocrático sobre la economía y la sociedad en general y defendió la necesidad de una mayor «democracia». Estos intentos de reformar el sistema stalinista eran vistos como necesarios para flexibilizar la economía.
Este proceso tuvo lugar bajo la bandera de la perestroika (en ruso, reestructuración), que introdujo un mercado libre limitado y la descentralización de la economía nacional, y de la glasnost (en ruso, apertura o transparencia), que impulsó un reajuste en la vida política y cultural de URSS.
Así, mientras que la perestroika se ocupaba de la reestructuración económica de la Unión Soviética, la glasnost pretendía atenuar las políticas restrictivas que impedían la libertad de expresión y la libre circulación de las ideas. Se cuestionaron los errores del stalinismo y de la historia de la URSS, se inició la libertad de prensa, el pluralismo político y la transparencia informativa que dio a conocer a la población soviética el modo de vida occidental.
El objetivo de la glasnost era crear un debate interno entre los ciudadanos y alentar una actitud positiva frente a las reformas económicas. Asimismo, se pretendía ejercer presión sobre los sectores conservadores del partido que se oponían a la perestroika.
Sin embargo, dos trágicos sucesos obstaculizaron el proceso de reforma económica preconizado por Gorbachov: el grave accidente nuclear en la Central de Chernobil (abril de 1986), que causó graves daños al medio ambiente y reveló las deficiencias del programa nuclear soviético, y el terremoto de Armenia (diciembre de 1988), que provocó más de 20.000 muertos y graves daños materiales.