Así, el resentimiento alemán provocado por los acuerdos de término de la Primera Guerra Mundial (Versalles, 1919) y la grave depresión económica (1929), provocarían el ascenso del nacionalsocialismo de Adolf Hitler, quien conduciría a Europa a una nueva guerra mundial.
La doctrina de Hitler incluía un marcado antisemitismo, que se tradujo en la decisión del ya entonces famoso físico Albert Einstein (1933) de abandonar Europa. Este se instaló en Estados Unidos, país que llevó a cabo un programa nuclear que este apoyaría y que daría como resultado los bombardeos atómicos de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Este suceso marcaría el fin de la Segunda Guerra Mundial y para Einstein significaría una razón más para abogar por el pacifismo.
Por su parte, Mao Tse-tung abrazaría el comunismo soviético, al desilusionarse de los líderes de su país que habrían cedido territorios chinos a los japoneses, producto de uno de los acuerdos de Versalles. Más tarde Mao, junto al nacionalista Chiang Kai-shek combatirían contra la invasión de Japón (1931-1935), país que se había aliado con la Alemania nazi de Hitler.
