«Podía ver los icebergs a lo lejos. Hacía mucho frío y mis pequeños se apretujaban entre sí, tratando de no ser atropellados por la gente en medio de tanta ansiedad… mi hijita Lillie me acompañó y mi esposo me dijo: ‘Vete. Nosotros iremos en otro bote’. El sonrió cuando me lo dijo». Así narró Selma su experiencia del hundimiento del Titanic. Ella era la madre de Lillian Gertrud Asplund, la última sobreviviente norteamericana de la tragedia del 15 de abril de 1912, cuando ese barco se hundió en el Atlántico después de chocar contra un iceberg.
Lillian era hasta el pasado sábado 6 de mayo, cuando murió a los 99 años, la última persona que recordaba la tragedia y la imagen del “barco que nunca se hundiría” sumergiéndose en las aguas del Atlántico. Actualmente hay otras dos mujeres inglesas vivas que estuvieron en la tragedia, pero eran muy pequeñas en 1912, por lo que no recuerdan lo ocurrido. Barbara Joyce West Dainton tenía 10 meses durante el naufragio y Elizabeth Gladys Millvina Dean tenía sólo dos meses de vida.
Al momento del desastre marítimo, que dejó a 1.503 personas muertas, Lillian tenía cinco años y viajaba en tercera clase desde Southampton, Inglaterra, a la ciudad estadounidense de Worcester, en el estado de Massachusetts. Su madre, su hermano pequeño, Félix, de tres años, y ella sobrevivieron después de que lograran escapar a la cubierta de primera clase, donde abordaron el bote salvavidas número 15.
Pérdida de padre y hermanos
En el accidente murieron su padre y tres de sus hermanos, entre ellos su mellizo, Carl. Lillian jamás pudo olvidar la cara de su padre y hermanos despidiéndose, mientras éste sostenía a su mellizo en brazos.
Luego de ser rescatados por el barco Carpathia, Lillian, Selma y Félix fueron llevados a un hospital en Nueva York. Tiempo después viajaron a Worcester, pese a que habían perdido todo en el Titanic y no tenían cómo sobrevivir.
Fue así como los habitantes de esa ciudad se movilizaron para ayudar a la familia y recolectaron US$ 2.000. Selma nunca logró superar lo ocurrido ese 15 de abril. Por esa razón, Lillian dedicó su vida a cuidar a su madre. Jamás se casó ni tuvo hijos. Trabajó como secretaria y se jubiló antes para estar con Selma, quien murió el mismo día que su marido, sólo que 52 años después, a los 91 años. Félix, quien tampoco se casó, falleció a los 73 años en 1983.
Lillian Asplund siempre mantuvo un bajo perfil. Toda su vida fue muy reservada respecto de lo ocurrió en el Titanic. Incluso le pidió a su familia que no hablara sobre el tema y que en su obituario no se mencionara que había sobrevivido a uno de los peores desastres marítimos de la historia.
Fuente: Diario La Tercera