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Fecha de edición: 08.05.2008

Desde que el pasado viernes 2 de mayo, el hasta entonces casi desconocido volcán Chaitén iniciara su actividad, días de preocupación se han vivido en el sur de Chile. Cerca de 10 mil personas de las localidades de Chaitén, Futaleufú y Palena han debido ser desplazadas de sus hogares a causa de la gruesa capa de ceniza y sustancias tóxicas que amenazan la vida de sus habitantes.

Un gran estruendo interrumpió el sueño intranquilo de los siete mil habitantes de Chaitén. Después de dos días de temblores, lo que se temía y anticipaba ocurrió: a las 0.30 del viernes 2 de mayo el volcán del mismo nombre, ubicado a 10 kilómetros del poblado, hizo erupción.

No hubo ríos de lava, pero sí una columna de humo visible hasta Puerto Montt (a 200 kilómetros de distancia) y una lluvia de ceniza comenzó a caer, abarcando desde la provincia argentina de Chubut hasta Futaleufú.

En la mañana, Chaitén estaba cubierto por unos 20 centímetros de ceniza. Parecía una postal de Navidad del hemisferio norte, pero los problemas se acumulaban. El material particulado contaminó las reservas de agua, tapó los conductos de los vehículos y oscureció el cielo.

A las 11.00 de la mañana, Chaitén seguía de noche, envuelto en una nube tóxica que produjo dolores de cabeza, abdominales y cuadros respiratorios. El volcán volvió a tronar cerca del mediodía y la ceniza caía sin parar.

A primera hora, la zona fue declarada en alerta roja por la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi) y se activó un operativo de rescate y apoyo de la población afectada, que incluyó la participación de las Fuerzas Armadas, Carabineros, Bomberos y empresas privadas.

Se agrava la tragedia

El martes 6 de mayo, a las 8.30 hrs. la actividad del volcán aumentó, se escuchó una fuerte explosión y una bocanada de humo de hasta 30 kilómetros comenzó a salir por el cráter, llegando incluso hasta la ciudad argentina de Río Negro.

Cerca de las 13.00 hrs. se inició una completa evacuación por medio de seis buques de la Armada y dos barcazas, además, de buses.

A las 17.30 Carabineros hizo abandono del lugar. El gobierno dio orden expresa de que todos salieran, incluso científicos y autoridades. Chaitén parecía un pueblo fantasma.

Evacuación de la población

El Gobierno ordenó la evacuación total de un perímetro de 50 kilómetros alrededor del volcán Chaitén tras dos grandes explosiones del macizo.

Toda la población de Chaitén, de poco más de 3.000 habitantes y más de dos tercios de los 1.800 habitantes de Futaleufú, abandonaron la zona, cubierta por una gruesa capa de ceniza que amenaza, además, a miles de animales vacunos.

Sin embargo, en Chaitén permanecen algunas persona que se niegan a abandonar la localidad, así como un número no determinado de personas en Santa Bárbara. La Intendencia ha tenido que acudir a la justicia interponiendo un recurso de protección para obligarlos a salir del lugar. Con esto Carabineros puede proceder a la evacuación inmediata y obligatoria de los habitantes que se resistan a salir del radio de 30 kilómetros dispuesto por la autoridad.

Los efectos de la nube tóxica

Por estos días, la mayor preocupación es que las personas que viven alrededor del macizo sureño estén a salvo y resguardadas de los efectos que la columna de humo tóxico podría provocarles.

Sin embargo, toda la naturaleza está siendo afectada por la actividad volcánica del Chaitén. Desde animales hasta las plantas, pasando por ríos, montañas y todas las formas de vida que el sur ofrece.

Es fácil identificar que una de las principales consecuencias en los seres humanos al respirar ceniza volcánica es la inflamación de las vías respiratorias, la irritación de ojos y la excesiva mucosa. La ceniza tiene partículas de diámetro tan pequeñas, que resultan de muy fácil inhalación.

En periodos cortos de exposición sólo se generan malestares propios de un resfrío. Los más afectados por este aire contaminado son los menores de un año, adultos mayores y enfermos crónicos.

La larga exposicón afecta el comportamiento de los cilios, o pelitos del sistema respiratorio que evitan la entrada de agentes extraños. Al caer esta defensa, el cuerpo arriesga contraer cualquier tipo enfermedad respiratoria.

En los anfibios, las cenizas afectan las branquias de los peces que mueren por falta de oxigeno.
El ganado muere si come o bebe agua con cenizas. El zinc, azufre y flúor lo intoxican y hasta generan malformaciones.

En la vegetación, las cenizas mezcladas con lluvia producen una nociva lluvia ácida. Cambia la composición y la acidez de la tierra, que podría quedar incultivada, pero fértil en el futuro.

Uno de los afectados más silenciosos son los glaciares que están cerca de la zona de erupción, pues según indicó a La Tercera Andrés Rivera, glaciólogo del Centro de Estudios Científicos, hay dos posibles escenarios para estas grandes masas de hielo y nieve. El profesional explica que el glaciar que más sufriría las consecuencias sería el que está sobre el volcán Michimahuida, distante sólo 15 kilómetros del Chaitén y que tiene una extensión de cerca de mil metros.

La primera y más positiva secuela es que la gran nube de ceniza que se expande por la zona lo cubra con varios centímetros y forme una capa que podría llegar a impedir que continúe su deshielo, cuestión que ha sido la tónica de los últimos 30 años, producto del cambio climático.

En el lado opuesto de la moneda -y que sería el panorama más negativo tanto para los glaciares como para el ecosistema y los habitantes de los alrededores del volcán-, es que debido a las altas temperaturas que tienen las cenizas que están siendo eyectadas por el macizo, éstas se depositen sobre los glaciares y comiencen con ello a derretirse.

No obstante, y tal como lo explica el glaciólogo, todo «depende de factores como el viento, el tipo de pendiente, la superficie o dónde están cayendo estos depósitos». Sin embargo, si esto efectivamente ocurriera, el peligro sería mayor, pues «significaría que se pueden generar inundaciones y con esto afectar la infraestructura de la zona», concluye Rivera.

¿Cómo es el volcán Chaitén?

El volcán Chaitén (en huilliche, canasto de agua) es un volcán del tipo caldera ubicado a 10 km al noreste de la ciudad de Chaitén, capital de la Provincia de Palena, en la Región de Los Lagos.

Los volcanes tipo caldera nacen luego de explosiones, derrumbes o agentes erosivos, y pueden ser de forma circular o de herradura. En el primer caso se forman cuando el volcán explota o colapsa en la parte central o cuando sus paredes se derrumban en forma simétrica. En el segundo caso, la destrucción solo provoca el colapso de un lado del volcán, formando una abertura que, vista desde el aire, tiene la forma de una herradura, por eso su nombre.

El Chaitén es un pequeño volcán sin glaciares correspondiente a pleistoceno tardío con una bóveda de lava o caldera de 3 km de diámetro originada en el holoceno donde se encuentra un domo de lava riolítico formado hace miles de años en alguna erupción junto a dos pequeñas lagunas en el sector norte y oeste.

Antiguamente, la zona era poblada por pueblos indígenas que usaban material del domo de lava del volcán como materia prima para sus artefactos, y estos se han encontrado a lo largo de la costa del Pacífico incluso a 400 km. del volcán con data de antigüedad del 5610 a.C., lo que afirma que para esa fecha estaba inactivo.

El Gobierno de Chile se interesó por conocer y explorar la zona costera de Chiloé Continental a mediados del siglo XIX con la Colonización de Llanquihue, iniciada por Bernardo Philippi y Vicente Pérez Rosales en el año 1840, si bien ya existían visitas esporádicas de cortadores de alerce originarios de los archipiélagos de Calbuco y Chiloé, y fueron personas procedentes de esos mismos lugares quienes terminaron por asentarse en la provincia.

En mapas cartográficos y también por los lugareños era llamado Cerro Chaitén, siendo que el vulcanólogo Óscar González-Ferrer, en su libro «Atlas de los volcanes de Chile» de 1994, afirmaba que en realidad el cerro era un volcán y lo bautizó con el nombre de la ciudad que está cercana a 10 km.

El macizo, junto con otros sectores patagónicos, ha sido de gran interés de empresas mineras pues había yacimientos de minerales como oro, cobre y plata y han causado alarma en la comunidad pues no quieren que sean explotados por la alta contaminación que esto traería.

El primer registro histórico de erupciones del volcán es el que se está viviendo hoy en día. Se especula que no entraba en erupción de hace 9.000 o 10.000 años.  Según el Global Volcanism Program del Instituto Smithsoniano, su última erupción fue en el 7420 a.C., con un margen de error de 75 años.


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