Tras las espantosas experiencias dejadas por la Primera Guerra Mundial, los representantes de la pintura abstracta llevaron las tendencias del expresionismo hacia una pintura totalmente no figurativa, es decir, que no reproducía realidades concretas, pero no ya en un intento de copiar al mundo sino que de cambiarlo.
La obra de Wassily Kandinsky, por ejemplo, ilustra la llamada abstracción lírica. Llegó, entre 1910 y 1912, a una abstracción impregnada de sentimiento.
Otro tipo de abstracción es de Piet Mondrian, que se elaboró a partir del cubismo, a la que progresivamente redujo a trazos horizontales y verticales que encierran planos de color puro.