En esta corriente, que abarcó desde 1890 a 1910, se puede apreciar, en formas distintas, situaciones simbólicas y el sueño de un mundo artístico cerrado en sí mismo. Uno de sus representantes fue el austríaco Gustav Klimt, que en cuadros como El beso, disolvía el motivo de la pintura en una delicada decoración.
El modernismo se convirtió rápidamente en un fenómeno internacional. En Francia, este arte ornamental se conoció como art noveau.
En la década de los 90, del siglo XIX, artistas jóvenes de Viena, Munich y Berlín decidieron separarse del arte académico, pomposo y lleno de temas historicistas (moralizantes y conservadores), creando arte únicamente por la belleza de este: el arte por el arte.