La Pincoya El Caleuche, El Trauco, entre otros, son parte de los mitos y leyendas de Chiloé, una zona conocida en el mundo por la construcción de palafitos, su naturaleza, sus iglesias, artesanía e historias. Aprende más sobre esta zona ubicada en la Región de Los Lagos.
Estas historias han sido traspasadas de generación en generación en esta zona sur de Chile. Cada historia y cada protagonista son parte del folclor y tradiciones que se niegan a desaparecer. Estos son los principales mitos y leyendas de Chiloé.
Principales mitos y leyendas de Chiloé
La Pincoya
Es una sirena de extraordinaria belleza (de tez blanca ligeramente bronceada y cabellos rubios), cuya labor es proteger al mar, sembrarlo y rescatar a los náufragos.
Cuando la Pincoya danza mirando hacia el océano, está avisando que habrá abundancia de peces y mariscos. Y cuando lo hace mirando hacia la costa, habrá escasez.
Para ser favorecido por ella, es necesario estar contento; por eso, los pescadores se acompañan de amigos alegres.
También se dice que si se pesca o marisca mucho en un solo lugar, la Pincoya se enoja y abandona aquella zona, que luego queda estéril. La Pincoya a veces anda acompañada por su marido, el Pincoy.
Hay otra versión sobre el origen de la Pincoya que cuenta que ella vivía en la laguna Huelde, ubicada cerca de Cucao.
La sirena habitaba una enorme cueva y acostumbraba a bañarse en la laguna y en el río Puchanquin. Desde los roqueríos, mediante un silbido, hacía emerger desde el fondo de las aguas un tronco de oro macizo, al que se subía para peinarse sus dorados cabellos. A veces, durante la noche, entonaba embrujadas canciones amorosas, a las cuales nadie podía resistirse.
Además, muchas personas buscaban la mujer para obtener favores, hasta que ella desapareció del lugar. Se cree que fue raptada desde la laguna de Huelde para llevar prosperidad y abundancia a playas lejanas.
Desde entonces, las aguas tomaron el color oscuro que hoy tienen, y pese a que muchos han intentado imitar el silbido de la sirena, el tronco de oro aún está sumergido esperando a su dueña. (Versiones basadas en la recopilaciones de Oreste Plath y Aníbal Panichine)
El Caleuche
La leyenda dice que es un barco fantasma que navega y vaga por los mares de Chiloé y del sur de nuestro país y que está tripulado por brujos muy poderosos.
Por lo general, aparece cuando hay neblina, que él mismo crea, y en las noches oscuras se ilumina intensamente. Nunca surca las aguas de día.
Además, navega sobre y bajo la superficie del mar a altas velocidades. Los brujos del barco se dedican, principalmente, al contrabando, abasteciendo a comerciantes que tienen pacto con ellos. Por eso, se dice que cuando un comerciante de la zona se enriquece rápidamente, es porque ha hecho oscuras negociaciones con el Caleuche.
Además, se cuenta que en su cubierta se realizan grandiosos bailes y es posible escuchar una maravillosa música festiva. Son justamente estas melodías las que atraen a los náufragos o tripulantes de otras embarcaciones, quienes se incorporan como parte de su dotación.
Cuando el barco es perseguido, se transforma en roca, tronco de árbol o simplemente en alga para pasar inadvertido y así evitar su captura.
El castigo para aquellos que miran al Caleuche consiste en dejarles la boca chueca, la cara hacia la espalda o bien darles muerte en forma repentina.
Pero cuando esta misteriosa embarcación se apodera de una persona, la traslada a las profundidades, mostrándole grandes tesoros y ofreciéndole parte de ellos con la condición de no contar lo que ha visto.
Se dice sobre uno de los mitos y leyendas de Chiloé más conocidos que los marineros del Caleuche tienen ciertas particularidades físicas, como una sola pierna para andar, porque la otra la llevan doblada por la espalda, y también que son desmemoriados, para impedirles que cuenten el secreto de lo que sucede a bordo.
El Trauco
En los bosques de Chiloé vive el Trauco, que es un enano (mide cerca de 90 cm de altura) deforme que tiene piernas cortas y chuecas que terminan en un remedo de pie sin talón y sin dedos. Esto último hace que no camine muy bien por lo que usa un bastón llamado pahueldún, tan retorcido como él, y con el cual se le indentifica.
A pesar de ser enano, tiene mucha fuerza y usa un hacha de piedra, con la que anuncia su presencia golpeando los árboles. Se viste con un traje de quilineja y un sombrero cónico, tejido de fibras silvestres.
Vive en el hueco de los árboles o en cavernas naturales, alimentándose de frutos del bosque. Sin embargo, el Trauco es un personaje perverso, ya que se instala sobre un tronco y en cuanto aparece una persona, cae sobre ella el maleficio de su mirada o el nefasto poder de su aliento.
Si la víctima es un hombre, se ensañará con él, causándole torceduras de cuello, tullimiento y otros males. La intención es provocar deformidades parecidas a las de su propio aspecto.
Si la persona sorprendida es una mujer, este desata sus instintos pasionales y trata de seducirla como sea para luego abusar de ella. Así, recurrirá a la magia, sumiéndola en plácidos sueños, en los que él se le aparecerá como un apuesto galán. (Versión basada en los recopilación de Floridor Pérez).
El Basilisco
El Basilicos, según uno de los mitos y leyendas de Chiloé, es una criatura que tiene cabeza de gallo con una cresta roja y un cuello largo como el cuerpo de una serpiente.
Nace de un pequeño huevo redondo de color blanco grisáceo, de cáscara gruesa y rugosa y que tiene cerca de un centímetro de diámetro. A este,se le llama huevo lloilloi (lloy lloy) o huevo lloe y se supone que fue puesto e incubado por una gallina vieja o un gallo rojo.
Si el huevo no se elimina, a las pocas semanas se convierte en el terrible y despiadado Basilisco.
Al nacer, esta criatura tiene la forma de un gusano y corre como lagartija.
En el día, el Basilisco vive debajo de la casa del dueño del gallinero, y en la noche, sale de su escondite mientras la familia duerme. En ese momento, emite un canto hipnótico parecido al del gallo, que provoca que las personas se mantengan dormidas. Luego, entra a los dormitorios y succiona sus alientos y fluidos.
Con ello la persona afectada pierde las ganas de alimentarse y va adelgazándose cada vez más. Luego, aparece una fuerte y persistente tos y su respirar se hace cada vez más dificultoso, y, finalmente muere. El Basilisco abandona la casa solo cuando ha matado a todos sus moradores.
Para acabar con esta criatura, se debe recurrir a un brujo, el que usará recursos tales como tirarle agua hervida, quemar donde se encuentre, matar a la gallina o gallo que pone los huevos lloi lloi, dejar los huevos en el centro de una fogata hasta que se consuma totalmente y prenderle fuego a la casa en donde ataca.
Cueva de Quicaví
Se dice que en la localidad de Quicaví (comuna de Quemchi) se encuentra una cueva que también es llamada Casa Grande. Esta sería la guarida donde vive el Supremo de los Brujos (un rey o gobernador) y estaría resguardada por el Imbunche.
En ella se encuentra una serie de objetos de brujería, como, por ejemplo, uno que revela el pasado, el presente y el futuro, y todo cuanto el Supremo desee conocer. También está el Macuñg, que es un chaleco luminoso que llevan los brujos por las noches y que les sirve para volar; este está hecho de piel humana.
Los brujos, cuando desean quedar a oscuras, se bajan el poncho, y si quieren luz, se lo suben.
Otros dicen que allí estaría el Libro o Revisorio, un instrumento usado para hacer diversos exámenes, y el Chayanco, utilizado para vigilar a todos los miembros de la comunidad de brujos.
La Cueva tendría su entrada en una quebrada y mediría aproximadamente 200 metros de largo y sería un sitio subterráneo con muchas dependencias.
El Imbunche
También llamado Vuta o Vutamacho, Machucho o Machuco. Este es una criatura que cuida la cueva de los brujos. En su origen, es un niño normal que ha sido regalado a los brujos, quienes lo convierten en Imbunche, deformándolo desde los primeros meses, practicando con él descoyunturas y torcimientos.
De esta manera, queda con la cara vuelta hacia la espalda; las orejas, la boca, la nariz, los brazos y los dedos torcidos. Anda sobre una pierna, por tener la otra pegada a la espalda. Además, se dice que no habla y solo emite sonidos guturales como los balidos de un chivato.
Como no puede salir, pues su obligación es cuidar la cueva, el Imbunche es alimentado por los brujos y su comida consiste en carne humana.
Se dice también, que a pesar de no ser iniciado en brujería, ha adquirido una infinidad de conocimientos. Por esto, aconseja a los brujos inexpertos.
El Imbunche solo sale de la cueva cuando esta se cambia de lugar o ha sido destruida, o, bien, cuando los brujos lo necesitan para hacer daño. En su traslado, va dando gritos, los que asustan a los vecinos, porque les anuncia alguna próxima desgracia.