Sin duda, una de las actividades que realizamos con mayor placer durante el día es comer. Degustar ricos alimentos, beber líquidos y probar nuevos sabores es una tarea constante, en la que ponemos a prueba nuestro sentido del gusto y el olfato.
Pero no solo ellos entran en acción. Ni siquiera imaginamos todos los procesos que se desencadenan cada vez que ingresa un trozo de comida a nuestra boca. En ese momento actúan diferentes sustancias, tejidos, órganos y vías que conducirán el alimento, lo transformarán químicamente y terminarán por absorber de él solo las sustancias necesarias.
Es, en simples palabras, el trabajo de nuestro sistema digestivo. Una cadena productiva que no descansa, captando nutrientes y manteniendo el equilibrio corporal.