El saco amniótico es la bolsa que contiene al feto durante su crecimiento y corresponde a una cubierta formada por dos membranas que envuelven al embrión durante los meses de gestación: el amnios y el corion. El amnios es la lámina más interna de este saco y es delgada y resistente, también se le conoce como «bolsa de aguas», ya que contiene una importante sustancia: el líquido amniótico.
El líquido amniótico está compuesto en un 98% por agua y el 2% restante corresponde a solutos orgánicos (proteínas, lípidos, carbohidratos, vitaminas y enzimas, entre otros) e inorgánicos (zinc, cobre, hierro y magnesio).
Este líquido sirve como amortiguador ante posibles golpes o fricciones y actúa como aislante, protegiendo al feto de ruidos. Está en constante recambio, ya que el feto es capaz de absorberlo (tragándolo y aspirándolo) y eliminarlo a través de la orina.
La membrana externa que recubre el saco amniótico se llama corion y es la más extensa y, en ocasiones, es considerada parte de la placenta. Finalmente, el alantoides es una estructura conectada al intestino posterior que se relaciona con la alimentación, la circulación y la excreción del embrión.
La placenta
Considerada una estructura vital en la formación del nuevo ser, la placenta es uno de los órganos anexos más complejos que existen. Posee una forma similar a la de un disco aplanado, alcanzando al final del embarazo un diámetro aproximado de 20 centímetros. Se desarrolla desde la implantación hasta, aproximadamente, el décimo día, a partir del endometrio y el trofoblasto. Las células de este último son capaces de generar conexiones con la sangre de la madre a través de los vasos sanguíneos de la pared uterina, por lo que la placenta se considera un órgano de intercambio.
Al ser el medio de comunicación entre los vasos sanguíneos de la madre y los del feto, es capaz de proporcionarle a este último anticuerpos, oxígeno y nutrientes (vitaminas, aminoácidos, azúcares, agua, lípidos, sales minerales, etc.).
También posee una función de retorno, para que el feto pueda eliminar sus desechos (dióxido de carbono y urea, principalmente) y otra endocrina, ya que secreta diversas hormonas que benefician el desarrollo fetal y la lactancia.
El feto se comunica con la placenta a través del cordón umbilical, un conducto similar a una manguera recubierta por piel, que contiene en su interior los vasos sanguíneos comunicantes (arteria umbilical y venas umbilicales). Si bien la placenta completa su desarrollo en la segunda semana de gestación, continúa creciendo junto con el feto durante los nueve meses.