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Las divisiones sociales


Eran considerados patricios quienes pertenecían a una familia noble o gens y descendían de los fundadores y primeros pobladores de Roma. Solo ellos tenían derechos; poseían casi todo, tierra y ganado, y podían participar en la administración del Estado y en el ejercicio de los cargos sacerdotales. Tenían, además, un culto común a cada familia, y el jefe de ella (el pater familias) poseía potestad absoluta sobre todos sus miembros.


Las personas que no pertenecían a ninguna familia recibían el nombre de plebeyos. Pese a que eran la mayoría de la población, no tenían derecho a ser ciudadanos. Tampoco podían unirse en matrimonio a los patricios. La única diferencia la marcaba la fortuna, ya que los plebeyos ricos podían ingresar al ejército.


Muchos hombres libres que no poseían nada, o casi nada, preferían buscar la protección de algún patricio, a cambio de ciertas obligaciones (que en realidad eran mutuas). Recibían el nombre de clientes y su cantidad influía en el prestigio y fuerza del patrón.


En Roma también hubo esclavos, de diversos orígenes. Por lo general, ayudaban en el servicio doméstico o ejercían como preceptores de los hijos de la familia. También formaban parte del patrimonio (los bienes) de su amo.


Los comicios


Dentro de la organización política romana fueron fundamentales las asambleas llamadas comicios (ya existentes en la época de los reyes), las que eran dos: los comicios por curias, exclusivamente de patricios; y los comicios por centurias, de origen militar, en los que participaban tanto patricios como plebeyos, pues los últimos prestaban ya servicio militar a la par de los patricios. En los comicios por curias se discutían principalmente asuntos de tipo religioso, y en los comicios por centurias, cuestiones políticas.


El otro organismo fundamental (originado en la época de los reyes) fue el Senado, que se componía de unos 300 miembros vitalicios, en un principio solo de cuna patricia. Tenía a su cargo la dirección de la política internacional y la administración del Estado, estando, incluso, por sobre los comicios y los propios magistrados.


Como en la práctica los plebeyos no tenían mayor presencia en los asuntos públicos, tuvieron que luchar con firmeza para lograr alguna representación. Con la creación de los tribunos de la plebe consiguieron que estos los defendieran frente a los abusos del Senado y los magistrados. Los siglos V y IV a.C. estuvieron repletos de luchas reivindicativas, hasta lograr sus propósitos.


Las doce tablas de la ley


Uno de los mayores aportes de los romanos fue el derecho (ver glosario). Sin embargo, para que llegara hasta nuestros días hubo que codificarlo, porque hasta ese año, el 450 a.C., era transmitido oralmente; es decir, era consuetudinario.


Además, el conocimiento de estas normas era de dominio único de los patricios, que las podían interpretar a su antojo. Los encargados de escribir las nuevas leyes fueron los decenviros, que se inspiraron, entre otras fuentes, en la legislación ateniense. A estas leyes se les conoce con el nombre de las Doce Tablas.


Tiempo después (445 a.C.) se permitió el matrimonio entre patricios y plebeyos, gracias a lo cual surgió una nueva aristocracia, la nobilitia. Sus miembros podían ocupar altas magistraturas o ser parte del Senado.


Otro triunfo para la plebe fue que, en el año 366 a.C., uno de los cónsules debía pertenecer a sus filas. Y en el 300 a.C. logró la igualdad religiosa, al poder ser sus miembros elegidos para el pontificado máximo.


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