Estas discusiones, y luego las protestas, no comenzaron con los grandes pensadores del Renacimiento. Aunque estos hombres la criticaron con severidad y la exhortaron a que se corrigiese, permanecieron en el seno de la Iglesia. El más extraordinario fue el holandés Desiderio Erasmo, más conocido como Erasmo de Rotterdam (1465-1536), brillante hombre de estudio y pensador agudo. No satisfecho con la Vulgata (versión oficial de la Biblia dentro de la Iglesia Católica romana, hecha por San Jerónimo, que vivió entre 347 y 419), en uso durante la Edad Media, sostuvo que la única manera de descubrir lo que habían sido las enseñanzas de Cristo y de sus apóstoles era volver a los escritos dejados por la Iglesia primitiva y leerlos en el mismo lenguaje en que fueron redactados. Su obra principal fue una edición del Nuevo Testamento en el texto griego original, con la traducción al latín (que seguía siendo el lenguaje de las personas cultas) y con notas sobre la doctrina de los apóstoles. Erasmo confiaba en que los hombres se harían mejores en la medida en que se instruyesen y en que influirían gradualmente, obligando a la Iglesia a reformarse.
¿Sabías que?
La invención de la imprenta jugó un importante papel en la Reforma, pues puso al alcance de todos los Evangelios, fuente misma de la doctrina cristiana. Desde 1457 hasta 1518 se publicaron más de cuatrocientas ediciones de la Biblia.