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La mayor variedad en cuanto a los tipos de vegetación se encuentra en los trópicos. En las regiones secas, los árboles tienen raíces bien desarrolladas, troncos gruesos y pequeñas copas con un escaso número de hojas, para combatir la deshidratación. En los climas templados, tanto el crecimiento del cambium (ancho) como el del tronco (altura) se produce solamente en primavera y verano.

En las regiones más frías, los árboles tienen que adaptarse a las bajas temperaturas invernales. Un gran número de árboles pierde sus hojas al llegar el invierno, y las yemas que darán lugar a los brotes quedan encerradas en cápsulas protectoras. Este tipo de árboles recibe el nombre de caducifolios. Este mecanismo de sobrevivencia también es característico de las especies que se encuentran en las regiones templadas, ya que en estas zonas, durante el invierno, las horas de luz disminuyen y el agua escasea, debido a que gran parte se encuentra helada. Por esta razón, apenas podría producirse una actividad fotosintética lo suficientemente intensa como para compensar los nutrientes que se perderían en el esfuerzo de mantener las hojas y la cantidad de agua evaporada por estas.

Algunas especies caducifolias presentes en Chile son: el álamo, roble, ciprés de la cordillera, maitén, raulí, ñirre, coihue, lenga y hualo.

Los árboles que conservan sus hojas durante todo el año son los perennifolios. Estas especies se hallan perfectamente adaptadas al frío y las condiciones de sequedad invernal; sus hojas presentan adaptaciones especiales para evitar la pérdida de agua. Entre este tipo de árboles se encuentra la mayor parte de las coníferas, además de las encinas, olivos, algarrobos y eucaliptos.

Muchos árboles producen flores, aunque algunas son muy pequeñas y sencillas. Ciertos grupos, carecen de estas, como las coníferas que son parte del grupo de las gimnospermas -mencionado anteriormente-. Otros, como los álamos, encinas, abedules y olmos, carecen de pétalos, a pesar de ser angiospermas. También hay árboles con flores grandes y llamativas, como el magnolio o la anona malaya, que emite flores desde el tronco.

Cuando la polinización la efectúa el viento (anemogamia), los elementos reproductores (estambres y pistilo) se hallan desprovistos de la atractiva cubierta exterior que los protege (corola) y que adorna a otras especies.

Las flores vistosas indican que la polinización es realizada por insectos (entomogamia), que acuden atraídos por el color o el aroma de las flores.

En especies como las palmeras, paltos, sauces, algarrobo y la acacia de tres espinas, los sexos se hallan separados, por lo que hay árboles masculinos y árboles femeninos.

Después de la polinización de las flores, la parte femenina produce las semillas. Para dispersarlas se enfrenta al mismo problema que se produce con el polen. Para solucionarlo, muchos árboles producen atractivos frutos de brillantes colores e intensos aromas, que atraen a los animales, en especial a las aves. Estas dispersan las semillas por todas partes junto con su excremento, mientras vuelan de un árbol a otro.

En el caso de los árboles cuyas semillas están contenidas en cáscaras duras, son trasladadas por animales como las ardillas. También hay algunas que caen al curso de los ríos. Las semillas de algunos árboles de ribera contienen aceite, lo que les permite mantenerse a flote. El resto depende del viento.

Los árboles nuevos crecerán donde hayan caído las semillas sobrevivientes que germinaron.


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