Seguramente habrás pensado alguna vez que la rana es la hembra del sapo, y este el macho de la rana. Pero no es así, ya que son miembros de familias parecidas, pero que presentan ciertas diferencias entre sí.
El sapo común
Existen muchas especies de sapos, que suelen tener la piel cubierta por verrugas y tubérculos formados por numerosas glándulas, las que segregan sustancias tóxicas que actúan al ponerse en contacto con las mucosas de eventuales depredadores.
El sapo común pertenece a la familia de los bufónidos; por eso se conoce comúnmente como bufo. Su cuerpo es bastante gordito y sus ojos muy saltones, sin mencionar la boca que, aparte de no tener dientes, es un poco hendida.
Sus extremidades son cortas y posee cuatro dedos cilíndricos en las patas anteriores y cinco unidos por una membrana en las posteriores. Es de costumbres nocturnas, ya que cuando el sol se pone, sale rápidamente de su escondite entre las piedras o la hojas para buscar su alimento.
Además, el sapo común es muy glotón; podría llegar a comerse grandes cantidades de alimento en relación a su tamaño, aunque también es capaz de dejar de comer durante varios días, meses o años.
En plena primavera, cuando supuestamente el amor renace entre los habitantes del planeta, los sapos no se quedan atrás. Durante este período los machos comienzan a croar y las hembras van a los charcos de agua para buscar pareja y poner sus huevos o desovar; la hembra es capaz de poner varios miles de huevos, que cubre con una sustancia gelatinosa que los protege. De estos huevos nacen las larvas, más conocidas como renacuajos (o pirihuines), un cuerpo de una pieza, con una cabeza maciza y abultada y una cola muy larga, como mencionamos al comienzo.
La metamorfosis (proceso de cambio interno y externo) puede durar desde pocas semanas hasta varios años, dependiendo de la especie.
El renacuajo se convierte en adulto mediante un proceso llamado metamorfosis, que comporta las siguientes etapas:
– Pérdida de las mandíbulas córneas que tiene en su etapa juvenil.
– Las hendiduras de sus branquias se cierran, reabsorben y desaparecen, al tiempo que se desarrollan los pulmones.
– La cola desaparece, aparecen las patas posteriores y, más tarde, las anteriores.
– El intestino se acorta y, como consecuencia, el cuerpo se achica. Una diferencia notoria entre los sapos y las ranas es que estas últimas tienen mayor capacidad para el salto, ya que los sapos lo hacen en forma muy torpe y les cuesta mucho más. Un sapo común puede llegar a vivir 40 años.
La rana
Pertenece a la familia de los Ránidos. A diferencia del sapo, su piel es lisa y no verrugosa, aunque es similar en su humedad. En su cabeza está la boca, que es muy grande y amplia, dos orificios nasales externos y unos ojos grandes y llamativos, cada uno con un párpado superior opaco y uno inferior que se pliega cuando está en descanso. Además, al igual que el sapo, posee membrana nictitante o transparente del ojo. Esta forma un tercer párpado que le sirve para mantenerse mucho rato debajo del agua sin que le afecte a la vista.
Su reproducción es ovípara y su metamorfosis para llegar a ser una rana adulta dura aproximadamente tres meses, bastante menos que el sapo. Es capaz de poner 25 mil huevos de una sola vez.
Sus órganos para respirar son los pulmones, la piel y el revestimiento de la boca y la faringe. Cada uno de ellos tiene epitelios delgados y húmedos muy irrigados con vasos sanguíneos. Tanto la rana como el sapo comen el aire, es decir, lo aspiran por las narices y lo llevan hacia los pulmones, subiendo y bajando la boca, lo que da la impresión de que estuvieran tragando. Este movimiento, que se llama deglución de aspiración forzada del aire, lo realizan por lo menos 140 veces por minuto.
Anteriormente habíamos señalado que los anfibios también realizaban una respiración cutánea y por las paredes de la boca; ésta es otra forma de inhalar y exhalar el aire. Este proceso respiratorio es el más importante, por cuanto corresponde al 60 por ciento, y sólo el 40 por ciento restante se realiza a través de los pulmones.
Por lo general son capaces de comerse todo lo que ven en movimiento, especialmente arañas e insectos. Para cazar a su presa se quedan inmóviles hasta el momento oportuno; ahí disparan la lengua fuertemente y le dan un lengüetazo del que es muy difícil zafarse, ya que la textura de esta es viscosa y quedan atrapados.