De acuerdo con la clasificación de Alberto Veloso y José Navarro de 1988, los anfibios presentes en Chile son los siguientes:
Orden Anura
– Familia Bufonidae
En Chile agrupa al género Bufo.
– Familia Leptodactylidae
En Chile hay representantes de los géneros Pleurodema, Alsodes, Atelognathus, Batrachyla, Caudiverbera, Eupsophus, Hylorina, Insuetophrynus, Telmatobius y Telmatobufo.
– Familia Rhinodermatidae
En nuestro país está representada por el género Rhinoderma.
– Familia Pipidae
En Chile, esta familia está presente con el género Xenopus.
Algunas de las especies de anfibios que habitan en Chile de norte a sur son las siguientes:
– Sapo de rulo (Bufo spinulosus)
Es un anfibio nocturno, que sólo sale de día si está nublado o lluvioso. En invierno se esconde bajo las piedras, en las orillas de arrollos y charcos o se refugia en los barrancos. Es carnívoro; se alimenta principalmente de insectos, larvas y lombrices. Es pequeño, de cuatro a casi nueve centímetros. Su cabeza es casi un tercio de su cuerpo. Sus extremidades anteriores son cortas y gruesas. Presenta membranas en los dedos, que se extienden hasta las primeras articulaciones. Su piel es áspera con densas formaciones glandulares, de color uniforme verde y pardusco, a veces con manchas irregulares en las hembras. Presenta un marcado diformismo sexual. Es una de las pocas especies de anfibios que habitan en el altiplano de Chile, Perú y Bolivia. Se reproduce al término del período de lluvia altiplánica, a fines de febrero. Deposita sus huevos en pozas de agua, donde se desarrollan los pirihuines.
– Sapito de cuatro ojos (Pleurodema thaul)
Es muy pequeño; su tamaño varía entre tres y cinco centímetros. Su nombre se debe a que las glándulas que tiene en la parte posterior se asemejan a otro par de ojos. Vive en lagunas, bofedales, ríos, juncales y vertientes, bajo piedras o entre la hojarasca. Se alimenta de insectos y arácnidos. Se reproduce durante casi todo el año. Se encuentra desde la II hasta la XI Región.
– Rana chilena (Caudiverbera caudiverbera)
Es el anfibio de mayor tamaño que habita en nuestro país. Mide alrededor de 15 centímetros. Es café amarillenta, con manchas irregulares verdes y negruzcas en el dorso. Su vientre es blanco y la garganta está salpicada de manchas pardas. Es acuática y nunca se aleja de las orillas de las lagunas. Es una excelente nadadora. Se esconde en el agua confundiéndose con la vegetación. Se reproduce a partir de septiembre. Coloca miles de huevos que miden entre tres y cuatro milímetros de diámetro. Se alimenta de pequeños peces, otros anfibios, larvas, crustáceos y hasta pequeñas aves y mamíferos. Se distribuye entre las regiones IV y X. Este anfibio se encuentra calificado como vulnerable, debido a la constante explotación para el consumo de sus ancas.
– Sapo arriero (Alsodes nodosus)
Es de color verde oscuro en el dorso, a veces con matices grises o brillos metálicos y manchas irregulares oscuras. Mide entre cuatro y siete centímetros. Su piel tiene granos y tubérculos, especialmente notorios bajo las articulaciones. Sus crías en estado inmaduro migran a charcos aislados, donde viven durante la metamorfosis. Se alimenta de numerosas especies de insectos y sus larvas. Se distribuye entre la V y la XI Región, especialmente en bosques y quebradas con abundante agua y vegetación. Esta especie es considerada en peligro de extinción por la destrucción de su hábitat.
– Ranita de Darwin o ranita vaquera (Rhinoderma darwini)
Se caracteriza por su cabeza puntiaguda, a causa de un apéndice nasal cilíndrico, y por sus extremidades largas y delgadas. Su coloración varía de acuerdo con el lugar donde vive. En los arroyos o zonas con pasto verde son de color verdoso. En las de hojarascas, son café rojizas, amarillentas o grises. Mide hasta cuatro centímetros. Las hembras ponen entre 30 y 40 huevos en la característica masa gelatinosa. El macho los recoge y los mantiene en su boca, en unas bolsas especiales, durante toda su metamorfosis.
– Alsodes montanus
Este sapo carece de nombre común, como muchas otras especies integrantes de la fauna chilena. Sólo lo reconocen los científicos. Tiene aspecto robusto, piel lisa y dedos palmeados hasta la punta. Su dorso es gris oscuro, y el vientre grisáceo con matices amarillos. Se encuentra en los lagos de la zona andina de la región metropolitana. Esta especie ha sido calificada como en peligro de extinción.
– Batrachyla leptopus
Este sapo tampoco tiene nombre común. Es de color gris con manchas negruzcas en el dorso, y blanquecinas con finos puntos negros en la zona ventral. Su piel es húmeda y lisa al tacto. Mide alrededor de cuatro centímetros. Se encuentra entre las regiones IV y X, y también en Argentina.
– Sapito selvático (Hylorina sylvatica)
Presenta algún grado de diformismo sexual, ya que la hembra es verde esmeralda con matices y bandas cobrizas en el dorso y en las extremidades. En cambio, el macho es de color verde con bandas doradas en el dorso. En ambos el vientre es gris y la garganta amarillenta. Esta especie mide entre tres y seis centímetros. Se alimenta de larvas y de pequeños insectos. Habita en las selvas húmedas situadas entre la IX Región y el archipiélago de Chonos, frente a la XI Región. Es categorizado como inadecuadamente conocido, debido a la escasa información disponible sobre la especie.
– Sapo rosado (Eusophus roseus)
Es de tonalidades rosadas y amarillentas, con manchas irregulares en el dorso y cabeza. El vientre es blanco grisáceo, con sombras oscuras en la garganta. Mide hasta siete centímetros. Su cabeza equivale a un tercio de su cuerpo. Se encuentra entre la X y XI Región. Habita en el suelo húmedo del bosque siempreverde.
– Sapo austral (Pleurodema bufonina)
Este sapo, de no más de cinco centímetros, tiene una piel granulosa de color gris claro a verdoso, con manchas negruzcas. Su vientre es liso con una coloración blanca y rosada. Come insectos y lombrices. Se reproduce casi todo el año, excepto en invierno. Vive en las regiones XI y XII, y también en Argentina.
Urodelos
La palabra urodelo significa con cola visible, y es la característica principal de este tipo de anfibios. También poseen un tronco alargado y extremidades anteriores y posteriores, y sus ojos no están muy bien desarrollados o son muy pequeños y cubiertos por piel.
Salamandras
La salamandra común se encuentra generalmente en el norte de África y Europa. Su cuerpo tiene una coloración con manchas anaranjadas sobre un fondo negro, o listas negras con fondo amarillo. Vive en zonas montañosas y es de costumbres nocturnas. Por lo general se las puede observar después de una abundante lluvia, ya que, como el resto de los anfibios, es atraída por la humedad.
La mayoría de las salamandras se buscan lugares húmedos para vivir, escondiéndose entre las ramas y las hojas a ras de suelo, y cuando hay mucha sequía, tratan en cualquier forma de adentrarse en un lugar húmedo de la tierra, para sobrevivir. Existen también salamandras acuáticas, otras que viven en los árboles y algunas que buscan su hogar en cuevas oscuras, las que finalmente se vuelven completamente ciegas, por el simple hecho de que no necesitan visión en la oscuridad.
Tritones
Por otra parte están los tritones, que casi todo el tiempo son anfibios terrestres, aunque los europeos, por ejemplo, prefieren el agua en el período de reproducción.
El tritón común europeo es, en general, de color pardo con manchas circulares negras y su vientre es amarillento. Muchos de ellos realizan una especie de danza para acercarse a una hembra y cortejarla. Después de la parada nupcial o cortejo, el macho deposita en el fondo de la charca sus espermatóforos, consistentes en pequeños conos truncos de consistencia gelatinosa donde se alojan los espermios, los que la hembra recoge con sus labios cloacales, asegurando la fecundación interna. Quince días después nacerán las crías, y una vez que estas terminan su metamorfosis, salen del agua para comenzar a sobrevivir su etapa adulta.
Proteos
El proteo adulto mantiene durante toda su vida un aspecto de larva, lo que se llama neotenia. Es de color blanquecino y vive en cavernas. Posee unas branquias rosadas que lo ayudan a verse más alegre de lo normal. Cuando salen de los huevos son muy parecidos a sus padres; sin embargo, tienen aletas visibles a los lados, que los adultos no tienen.
Muchas veces la hembra se preocupa de guardar los huevos fecundados en su interior para darles tiempo a las crías en su desarrollo, dándoles más seguridad a las larvas durante sus primeras etapas de desarrollo.
Sirenas
Las sirenitas no tiene nada que ver con esas hermosas mujeres con cola de pez que, según la mitología, viven en el fondo del mar, como podrías estar pensando. Lo único que es real es que viven en el agua. Son muy parecidas en su forma a las anguilas (peces) y avanzan ondulando su cuerpo para buscar las lombrices que le servirán de alimento. Por lo general permanecen escondidas en una acequia o un arroyo. Sólo tienen sus extremidades anteriores, que ni siquiera se ven mucho, porque están muy poco desarrolladas. Una sirena adulta puede llegar a medir 50 centímetros de largo.
Anuros
Seguramente habrás pensado alguna vez que la rana es la hembra del sapo, y este el macho de la rana. Pero no es así, ya que son miembros de familias parecidas, pero que presentan ciertas diferencias entre sí.
El sapo común
Existen muchas especies de sapos, que suelen tener la piel cubierta por verrugas y tubérculos formados por numerosas glándulas, las que segregan sustancias tóxicas que actúan al ponerse en contacto con las mucosas de eventuales depredadores.
El sapo común pertenece a la familia de los bufónidos; por eso se conoce comúnmente como bufo. Su cuerpo es bastante gordito y sus ojos muy saltones, sin mencionar la boca que, aparte de no tener dientes, es un poco hendida.
Sus extremidades son cortas y posee cuatro dedos cilíndricos en las patas anteriores y cinco unidos por una membrana en las posteriores. Es de costumbres nocturnas, ya que cuando el sol se pone, sale rápidamente de su escondite entre las piedras o la hojas para buscar su alimento.
Además, el sapo común es muy glotón; podría llegar a comerse grandes cantidades de alimento en relación a su tamaño, aunque también es capaz de dejar de comer durante varios días, meses o años.
En plena primavera, cuando supuestamente el amor renace entre los habitantes del planeta, los sapos no se quedan atrás. Durante este período los machos comienzan a croar y las hembras van a los charcos de agua para buscar pareja y poner sus huevos o desovar; la hembra es capaz de poner varios miles de huevos, que cubre con una sustancia gelatinosa que los protege. De estos huevos nacen las larvas, más conocidas como renacuajos (o pirihuines), un cuerpo de una pieza, con una cabeza maciza y abultada y una cola muy larga, como mencionamos al comienzo.
La metamorfosis (proceso de cambio interno y externo) puede durar desde pocas semanas hasta varios años, dependiendo de la especie.
El renacuajo se convierte en adulto mediante un proceso llamado metamorfosis, que comporta las siguientes etapas:
– Pérdida de las mandíbulas córneas que tiene en su etapa juvenil.
– Las hendiduras de sus branquias se cierran, reabsorben y desaparecen, al tiempo que se desarrollan los pulmones.
– La cola desaparece, aparecen las patas posteriores y, más tarde, las anteriores.
– El intestino se acorta y, como consecuencia, el cuerpo se achica. Una diferencia notoria entre los sapos y las ranas es que estas últimas tienen mayor capacidad para el salto, ya que los sapos lo hacen en forma muy torpe y les cuesta mucho más. Un sapo común puede llegar a vivir 40 años.
La rana
Pertenece a la familia de los Ránidos. A diferencia del sapo, su piel es lisa y no verrugosa, aunque es similar en su humedad. En su cabeza está la boca, que es muy grande y amplia, dos orificios nasales externos y unos ojos grandes y llamativos, cada uno con un párpado superior opaco y uno inferior que se pliega cuando está en descanso. Además, al igual que el sapo, posee membrana nictitante o transparente del ojo. Esta forma un tercer párpado que le sirve para mantenerse mucho rato debajo del agua sin que le afecte a la vista.
Su reproducción es ovípara y su metamorfosis para llegar a ser una rana adulta dura aproximadamente tres meses, bastante menos que el sapo. Es capaz de poner 25 mil huevos de una sola vez.
Sus órganos para respirar son los pulmones, la piel y el revestimiento de la boca y la faringe. Cada uno de ellos tiene epitelios delgados y húmedos muy irrigados con vasos sanguíneos. Tanto la rana como el sapo comen el aire, es decir, lo aspiran por las narices y lo llevan hacia los pulmones, subiendo y bajando la boca, lo que da la impresión de que estuvieran tragando. Este movimiento, que se llama deglución de aspiración forzada del aire, lo realizan por lo menos 140 veces por minuto.
Anteriormente habíamos señalado que los anfibios también realizaban una respiración cutánea y por las paredes de la boca; ésta es otra forma de inhalar y exhalar el aire. Este proceso respiratorio es el más importante, por cuanto corresponde al 60 por ciento, y sólo el 40 por ciento restante se realiza a través de los pulmones.
Por lo general son capaces de comerse todo lo que ven en movimiento, especialmente arañas e insectos. Para cazar a su presa se quedan inmóviles hasta el momento oportuno; ahí disparan la lengua fuertemente y le dan un lengüetazo del que es muy difícil zafarse, ya que la textura de esta es viscosa y quedan atrapados.