Concretamente, obtienen cerca del 40 por ciento del calor que necesitan a partir de la actividad muscular, el 35 por ciento del funcionamiento del hígado y el 25 por ciento restante de las otras partes del cuerpo. La mantención de la homeotermia se debe a la existencia de diferentes mecanismos reguladores, tanto del frío como del calor:
– Contracciones musculares involuntarias (tiritar), que generan calor cuando la temperatura externa desciende.
– Sudoración, donde interviene un sistema de enfriamiento constituido por las glándulas sudoríparas distribuidas a través de todo el cuerpo. Estas glándulas producen un líquido llamado sudor, que baña la piel y que, al evaporarse, la refresca (todo líquido al evaporarse produce una baja de temperatura llamada frío de evaporación).
– Estrechamiento del calibre de los vasos sanguíneos (vasoconstricción), en especial de aquellos ubicados en las partes más externas del cuerpo (vasos periféricos), lo que evita, en tiempos fríos, la pérdida de calor.
– Aumento del calibre de los vasos sanguíneos (vasodilatación) que permiten la disipación del calor, disminuyendo la temperatura corporal, sobre todo en tiempos calurosos.
– Aumento de la ventilación pulmonar, que provoca la evaporación del velo de agua que cubre las vías respiratorias, perdiendo calor por el frío de evaporación.