La mayoría de las aves son monógamas y crían en pareja. Entre ellas están casi todas las aves marinas y rapaces. A veces forman parejas que permanecen unidas toda la vida, y otras, sólo una pareja estacional. También hay harenes, en los que un macho fecunda a varias hembras.
La época de reproducción se extiende durante unas pocas semanas en primavera o verano. Cuando se acerca este período, se acelera el funcionamiento y tamaño de las gónadas y otros órganos sexuales. Este proceso es controlado por la hipófisis o pituitaria -glándula endocrina situada en la base del cerebro-, que es estimulada por acción de la luz. Por eso, la época reproductiva se inicia terminado el invierno, cuando los días son más largos.
El territorio
En gran parte de las especies, los machos que desean aparearse -conseguir una pareja para reproducirse- buscan un lugar donde anidar, una zona en la que la mayoría no permitirá intrusos de su misma especie. Puede ser grande, como para proporcionar alimentos, o sólo una rama o un sitio en el suelo donde se construirá el nido.
Si es necesario, el lugar será defendido por medio de luchas e intimidaciones, o por medio del canto que señala a los intrusos que el sitio está ocupado.
Si un macho no encuentra un territorio donde anidar, no conseguirá pareja.
El cortejo
Muchos machos simplemente se exhiben ante las hembras para atraerlas. Otras especies emiten sonidos o cantos, otras realizan vuelos o danzas, sólo del macho, o también de hembra y macho.
El apareamiento
Durante el apareamiento, los espermatozoides, o células reproductivas del macho, formados en los testículos y almacenados en el conducto deferente, son transferidos a la cloaca, desde donde pasan a la cloaca de la hembra. La unión del óvulo y los espermatozoides se produce en el oviducto.
El albumen o clara de huevo es formada por glándulas situadas en la parte media del oviducto, y las membranas de la cáscara y la cáscara misma son secretadas por glándulas de su parte posterior. Después de formado, el huevo puede ser puesto.
La cáscara protege al pollo. En el interior se desarrolla el embrión que encuentra allí su alimento y, al mismo tiempo, permite que pase el aire que necesita respirar.
El nido
Los nidos son muy variados en cuanto a su forma y a los materiales de los que están hechos.
Casi todas las aves los construyen, salvo las que anidan en acantilados o en hoyos en el suelo, que a veces arreglan con hojas y plumas, como la perdiz.
Entre las especies chilenas destacan el nido del siete colores (Tachuris rubrigastra), que tiene forma de cono y está trenzado con una totora, y el del pequén (Athene cunicularia), especie de búho, que es una galería subterránea robada a algún ratón. También anidan en galerías en el suelo el pitío del norte (Colaptes rupicola), una especie de carpintero, y el loro tricahue (Cyanoliseus patagonus). Las aves que no construyen nidos, frecuentemente suelen poner huevos manchados, que se mimetizan con su entorno.
La incubación
Uno de los padres se sienta encima de los huevos, ya que estos necesitan estar a cierta temperatura para su desarrollo. A esta labor se le llama empollar. En algunas especies, es responsabilidad del macho o la hembra; en otras, los padres se turnan, como en los pingüinos.
También hay especies que ponen sus huevos en un nido ajeno, para que se los empollen y críen, y nidos colectivos que no necesitan incubación debido a que están construidos en un gran montón de hojas a pleno sol. El calor de la descomposición de los restos vegetales los incuba.
El nacimiento
Las crías salen del cascarón entre 12 y 60 días después de la puesta.
Cuando nacen, los polluelos son muy distintos de una especie a otra. Unos tienen plumas y son capaces de caminar, nadar e incluso volar; sólo necesitan la protección de sus padres, que no los alimentan. Es el caso de las aves nidífugas, como patos, gallinas, pavos y perdices.
Sin embargo, la gran mayoría de los pájaros, como las palomas, garzas y aves de presa, son nidófilas o nidícolas: nacen sin plumas, ciegas y necesitan ser alimentadas por sus padres.