¿Qué es el gusto? El gusto es uno de los cinco sentidos que posee el ser humano y que le permite percibir los sabores de los alimentos y bebidas. A través del sentido del gusto, las papilas gustativas presentes en la lengua y otras zonas de la boca, como el paladar y la garganta, son capaces de detectar diferentes tipos de sabores, como dulce, salado, ácido, amargo y umami.
El gusto consiste en registrar el sabor e identificar determinadas sustancias solubles en la saliva por medio de algunas de sus cualidades químicas.
¿Qué es el gusto?
La percepción del sabor está influenciada tanto por las características de los alimentos y bebidas, como por la genética, la edad, la salud y los hábitos alimenticios del individuo. Además, el gusto está íntimamente relacionado con el sentido del olfato, ya que gran parte de los sabores que percibimos son en realidad olores que llegan a la nariz por la vía retronasal.
La lengua es el órgano principal del gusto y también cumple un rol importante en la articulación de los sonidos, la masticación, la deglución y la succión. También tenemos sentido del gusto, aunque en menor medida, en el paladar, la garganta y la epiglotis.
La lengua es un cuerpo carnoso de gran movilidad, ubicado al interior de la cavidad bucal. Su superficie está cubierta por pequeñas papilas, que son de tres tipos. Las caliciformes y las foliadas o fungiformes tienen papilas gustativas, mientras que las filiformes son papilas táctiles y registran la temperatura.
Las papilas gustativas son las más importantes, ya que son estas las que nos permiten tener el sentido del gusto.
A pesar de lo que nos pueda parecer, percibimos cuatro sabores: en la parte delantera de la lengua captamos el sabor dulce; atrás, el amargo; a los lados, el salado y el ácido o agrio .
Los sabores
La experiencia del sabor también está asociada con la textura y la temperatura de los alimentos y bebidas, así como con el contexto en el que se consumen.
Por ejemplo, un alimento puede resultar más o menos sabroso en función del momento del día, el lugar en el que se encuentra el consumidor, la compañía con la que se comparte, entre otros factores.
Los elementos introducidos en la boca son disueltos en la saliva, penetrando las papilas gustativas a través de los poros que hay en la lengua.
Estas células nerviosas poseen en su parte superior unos pelillos que dan respuesta a estas sustancias, generando un impulso nervioso que llega al cerebro a través de uno de los cuatro nervios craneales, glosofaríngeo, vago, mandibular y facial. Una vez en el cerebro, el impulso se transforma en una sensación: el sabor.