Uno de los animales más fáciles de reconocer entre los habitantes marinos es el hipocampo, más conocido como «caballito de mar«. Y aunque es un pez, le hemos atribuido las cualidades de los equinos, según vemos en las fantasías de dibujos animados.
Existen distintas especies de hipocampos; por ejemplo, en el mar del Caribe se pueden encontrar dos tipos: el de «hocico largo» (Hippocampus reidi) y el «caballito de mar rallado» (Hippocampus erectus), siendo el primero el más común.
Se podría decir que el caballito de mar tiene características de muchos otros animales. Por ejemplo, físicamente su cabeza es muy parecida a la de un caballo, sus ojos se asemejan a los de un camaleón, tiene una bolsa de incubación como las de los canguros y su cola es prensil, igual que la de los monos.
En general, el hipocampo es un animal más bien chico: desde 2,5 cm de longitud (enano-pigmeo del Golfo) hasta 35 cm (gigante del Pacífico). En Europa, la media alcanzan cerca de los 15 cm. En cuanto al color, lo utiliza para protegerse de los animales con los que le toca convivir en las profundidades del mar; es decir, se camufla adquiriendo los tonos necesarios para que sus depredadores no los vean o para engañar a sus presas.
Los hipocampos se alimentan principalmente de pequeños crustáceos (copépodos, amphipodos, isópodos y ostracodos), los que succiona con su boca tubular.
Una curiosidad: además de tener una visión muy desarrollada, puede mover sus ojos de manera independiente uno a la derecha y el otro hacia abajo por ejemplo, lo que le permite captar con mayor precisión cualquier eventual peligro. Además es capaz de percibir hasta lo más minúsculo y de comunicarse con sus iguales emitiendo sonidos imperceptibles para el oído humano.
Otro rasgo extraño es que las hembras colocan los huevos en una bolsa que tiene el macho, y él mismo los incuba hasta el momento del nacimiento. O sea, papá y mamá todo en uno (ver recuadro).
En acuario
Los caballitos de mar se pueden tener en acuarios, por eso, si tú tienes uno o pretendes tenerlo, aquí te contamos algunas cosas que debes saber para cuidarlos bien.
Estos animalitos son muy frágiles y temerosos, sobre todo cuando llegan a un nuevo hábitat. Se asustan mucho y tienden a ocultarse, se fijan a un elemento y dejan de moverse. Esta situación puede perdurar algunas horas o unos días, sobre todo si es macho, de naturaleza aún más reservada y desconfiada. A pesar de todo hay que velar por que se alimenten más o menos normalmente, y sobre todo tratarlos con dulzura. En todo caso, una vez que se acostumbran a su nuevo hábitat, van y vienen sin preocuparse demasiado por el resto.
¡Los machos se embarazan!
Los hipocampos tienen una de las estrategias reproductoras más interesantes. Contra la norma, los machos de estas especies se «embarazan«. Así es, reciben una carga de huevos fecundados por parte de la hembra, que es depositada en una bolsa donde serán cuidados por dos o tres semanas (dependiendo de la especie) hasta que la pequeñas crías puedan emerger. Esta estrategia puede parecernos rara, pero es ecológicamente válida. La evolución definió para la especie este tipo de hábito reproductor, y sin duda alguna funciona.