Lo primero que hacen muchas aves durante la época reproductora es buscar un territorio, una zona en la que la mayoría no permitirá intrusos de su misma especie.
Este territorio puede ser grande, como para proporcionar alimentos, o sólo una rama o un sitio en el suelo donde se construirá el nido, como hacen garzas y gaviotas. Sin importar el tamaño, el lugar será defendido por medio de luchas e intimidaciones, a veces señalando a los intrusos por medio del canto que el sitio está ocupado. Si un macho no encuentra un territorio, no conseguirá pareja.
Una vez definido el dominio del sitio, comienza el cortejo. Muchos machos simplemente se exhiben ante las hembras, como es el caso de los pavos, avutardas, pavos reales y faisanes. Otras especies, en cambio, realizan cantos, vuelos o danzas solo del macho, o también de hembra y macho. Por ejemplo, los somormujos moñudos efectúan movimientos rituales en el agua, con un poco de hierba en el pico.
La preparación más compleja parece ser la de unos pájaros australianos a los que llaman de glorieta. Estos despejan un terreno, generalmente en el claro de un bosque; en el centro arman una especie de casa con ramitas y pajas, que pintan con una mezcla hecha con tierra y ceniza, amasada y extendida con un poco de algodón o liquen que hace de pincel. El resto del terreno lo adornan con objetos de colores y brillantes; pueden ser caracoles, flores u objetos de plástico, si están cerca de un centro urbano. Al lugar invitan a hembras y a otros machos, realizando reuniones y danzas.
La copulación o acto sexual se acompaña en algunas especies, como en las gaviotas, del regalo de comida. A veces se forma una pareja que permanece unida toda la vida; otras, una pareja estacional, y a veces un harén con varias hembras.
Sin embargo, la mayoría de las aves son monógamas y crían en parejas. Entre éstas están casi todas las aves marinas y rapaces. No se sabe por qué una gran proporción de las aves polígamas son herbívoras.
La construcción del hogar
Los nidos son muy variados en cuanto a su forma y a los materiales de los que están hechos. Es muy rara el ave que no los construye, aunque las hay, como las que anidan en acantilados o en hoyos en el suelo -como la perdiz– que a veces los arreglan con hojas y plumas.
En las ciudades, los nidos más comunes son los que encuentras sobre las ramas altas de los árboles, construidos con cualquier material de desecho -pedazos de género, paja, palitos, hojas, etc.-.
Hay otros nidos mucho más elaborados, como el del pájaro carpintero, que golpeando con su pico hace un hueco en el tronco del árbol donde anidará. La golondrina hace bolitas de barro que amasa con saliva, a diferencia de otras aves que solo utilizan saliva seca y otras que pegan el huevo a la rama con saliva. El pájaro sastre hace su nido con hojas cosidas con hilos de algodón, que pasa a través de orificios que hace con su pico. Los tejedores o mosconeslos hacen como una bolsa que cuelga de una rama, tejida con fibras. El hornero confecciona un nido muy similar a un horno de barro, con dos cámaras. También hay aves que techan sus nidos, como los republicanos.
Hay algunas aves que aprovechan las construcciones del hombre para anidar: las lechuzas los ponen en lugares abandonados, graneros, buhardillas, etc.; las cigüeñas utilizan los altos de las chimeneas y los campanarios; algunas golondrinas los cuelgan de vigas, paredes, cornisas o alerones de las casas.
Entre las especies chilenas destacan el nido del siete colores, que fabrica un hermoso nido cónico trenzado a una totora, y el del pequén, que es una galería subterránea robada por esta lechuza a algún ratón. También anidan en galerías en el suelo el pitío del norte y el loro tricahue.
La incubación -uno de los padres se posa encima de los huevos- es muy importante, ya que éstos necesitan estar a cierta temperatura para su desarrollo.
La responsabilidad de la incubación es variada. En el caso de las avestruces, es labor del padre; para las gallinas, la encargada es la madre. También hay especies en las que macho y hembra se turnan en este trabajo, como los pingüinos. Una excepción son los cucos, que ponen sus huevos en un nido ajeno, para que se los incuben y críen.
Las gallináceas de bosque de Australia, los talégalos, construyen en común un gran montón de hojas, dentro del que colocan los huevos. El calor de la descomposición de los restos vegetales los incuba.
Como progenitores y huevos son vulnerables a la depredación, algunas aves protegen sus nidos y pollos criando en colonias de miles de individuos.
Las aves que no construyen nidos suelen poner huevos manchados, que se mimetizan con su entorno.