José Francisco de San Martín y Matorras, hijo de Juan de San Martín y de Gregoria Matorras, nació en Yapeyú -pueblo fundado por la Compañía de Jesús en el virreinato rioplatense- el 25 de febrero de 1778.
En 1781, su familia debió trasladarse a Buenos Aires y tres años después a España, donde José Francisco realizó sus estudios elementales en el Seminario de Nobles de Madrid para luego, en 1789, incorporarse como cadete al Regimiento de Infantería de Murcia. Allí iniciaría una carrera militar que lo llevaría a convertirse en uno de los más importantes libertadores de América.
En 1812, retornó a su patria con el firme propósito de colaborar en la lucha por la Independencia, y asumió varios destinos militares. Tres años después, se encargó de la gobernación de la provincia de Mendoza, donde con la colaboración de Bernardo O’Higgins, formó el ejército que liberó a Chile en 1817.
Juntos, también emprendieron la organización de la Expedición Libertadora del Perú, país al cual San Martín dio el primer impulso independentista.
Tras gobernar el antiguo virreinato entre 1821 y 1823, regresó a Chile camino a Argentina, desde donde partió al exilio en Europa. Olvidado por muchos de sus compatriotas, pero siempre ayudado por O’Higgins y por Chile, José de San Martín murió el 17 de Agosto de 1850 en Francia. Sus restos mortales fueron repatriados a Buenos Aires en 1880.
Carrera militar
José de San martín realizó diversos servicios militares en Europa y África, y en 1801 participó en la guerra entre España y Portugal. La invasión francesa de 1808 le proporcionó varias ocasiones de lucimiento militar. Combatió en Arjonilla -donde su valentía le hizo merecedor del grado de capitán- y luego, el 16 de julio del mismo año, en la célebre Batalla de Bailén.
Pero no sería en los campos de batalla europeos donde alcanzaría su mayor prestigio, sino en América. En 1811, solicitó autorización para retornar a su patria, pero las autoridades españolas -temerosas de que se sumara al bando revolucionario- solo le permitieron viajar a Lima.
Sin embargo, desde Londres, José Francisco se dirigió a Buenos Aires, puerto al que arribó a inicios de marzo de 1812. En esos momentos, la revolución de la Independencia argentina se enfrentaba a la dura resistencia que presentaban los realistas en el Alto Perú -actual Bolivia-.
Se incorpora a la lucha en Argentina
Al principio, José de San Martín fue mirado con cierta suspicacia debido a que procedía de España, pero rápidamente ganó las voluntades de quienes compartían la idea de Independencia. A una semana de su arribo, se le encargó la formación de un regimiento de granaderos a caballo, logrando dar forma a un cuerpo militar disciplinado y bien entrenado.
La primera prueba de fuego de esta tropa, que también fue la primera de San Martín en América, fue el Combate de San Lorenzo, a orillas del río Paraná. En este enfrentamiento, el futuro Libertador estuvo a punto de perder la vida al ser lanceado por un realista, pero por fortuna para él, uno de sus granaderos se cruzó en el camino. Con sus 120 hombres, San Martín derrotó a 250 infantes realistas.
¿Cómo vencer a los realistas?
Los ascensos militares no se hicieron esperar, al igual que los nuevos destinos. En enero de 1814, se hizo cargo de la comandancia del Ejército que combatió en el Alto Perú. Allí fue donde San Martín concibió una nueva planificación estratégica para derrotar al poderío realista que radicaba en el Perú: era necesario pasar a Chile y desde allí dirigirse por mar hacia la capital virreinal. Fue por esta idea que al poco tiempo solicitó al gobierno de Buenos Aires se le nombrase como Gobernador de la provincia de Mendoza, lo que se hizo efectivo en agosto de 1814.
Gobernador de Mendoza
Llevando pocos días a cargo de la gobernación de aquella provincia, llegaron a Mendoza las primeras noticias de la derrota revolucionaria chilena en Rancagua. San Martín, en consecuencia, adoptó medidas tendientes a resguardar el orden interno y se aprestó a recibir a los exiliados chilenos.
La presencia de estos últimos generó en la ciudad una serie de problemas que debían ser resueltos, tales como la alimentación y el alojamiento. Además, se presentó un difícil conflicto con José Miguel Carrera, quien pretendía continuar ejerciendo el mando militar y político de los chilenos con absoluta prescindencia de la autoridad local.
San Martín y Carrera intercambiaron una serie de escritos en los cuales cada uno exponía sus puntos de vista, insistiendo el Gobernador en hacer valer su autoridad. Por otra parte, los seguidores de O’Higgins solicitaban la protección de San Martín. Carrera ya actuaba como señor absoluto en Mendoza y a fines de octubre de 1814, el Gobernador se vio en la obligación de reducirlo militarmente y enviarlo a Buenos Aires.
El Ejército de Los Andes
El resultado de la Batalla de Rancagua puso a la región de Cuyo en una peligrosa situación militar, pues era altamente probable que el general español Mariano Osorio intentara cruzar la Cordillera de los Andes. Ante ello, San Martín adoptó una serie de medidas militares que incluyeron la fortificación de Uspallata y la suspensión de toda comunicación y viaje hacia la banda oeste del macizo andino.
Luego, se abocó a la formación del Ejército de los Andes, difícil tarea en la que contó con el decidido apoyo de O’Higgins. Era necesario crearlo de la nada: formar tropas, adiestrarlas, equiparlas, planificar el cruce, los servicios, la alimentación y un sin número de otros aspectos, todos los que fue resolviendo con gran dedicación.
Uno de los objetivos que más costaba cumplir era reunir información sobre el estado de los caminos por los pasos de Los Patos y Uspallata. Para ello, ideó un ingenioso ardid: envió hacia Chile al ingeniero Antonio Álvarez Condarco, con el pretexto de entregar a Marcó del Pont una copia de la Declaración de Independencia de las Provincias Unidas. Álvarez, de acuerdo a lo presupuestado por el general, cruzó hacia Chile por el primero de los pasos nombrados y se devolvió a Mendoza por el segundo. A su regreso, todos los detalles que había advertido en el camino fueron traspasados a los mapas.
La liberación de Chile
El 18 de enero de 1817, la columna principal del ejército emprendió la marcha y a inicios de febrero siguiente la columna de San Martín se unió a la de Juan Gregorio de Las Heras en Curimón, en el Valle del Aconcagua. El 12 de febrero, estas fuerzas se enfrentaron a las tropas realistas que comandaba Rafael Maroto, derrotándolas en la cuesta de Chacabuco.
Pocos días después, San Martín rechazó, en Santiago, un ofrecimiento para gobernar el país. Ante ello, la asamblea de notables designó a O’Higgins.
Una nueva meta se presentó ahora en su horizonte: la formación de la Expedición Libertadora del Perú. Sin embargo, antes era necesario vencer un inesperado obstáculo, la llegada de una nueva fuerza militar realista al mando del general Mariano Osorio. El triunfo de Maipú (5 de abril de 1818) dio la tranquilidad para abocarse a los preparativos necesarios con el fin de realizar la gran gesta sanmartiniana.
Hacia 1820, la situación interna de Argentina se complicó, y el gobierno trasandino pidió a San Martín que cruzara la cordillera con sus tropas, pero el general desobedeció y permaneció en Chile. El 2 de abril de 1820, los jefes y oficiales del ejército, reunidos en Rancagua, lo confirmaron como jefe de dicho cuerpo militar y, en consecuencia, el 6 de mayo siguiente, el gobierno chileno lo designó general en jefe de la futura expedición.
La Independencia del Perú
A fines de agosto de 1820, la Expedición Libertadora del Perú -integrada por alrededor de 5.000 hombres- zarpó de Valparaíso y en septiembre desembarcó en Pisco. El Virrey del Perú -cuyo territorio, desde la Batalla de Maipú, había pasado a una postura muchísimo más defensiva- prefirió capitular a trabar combate, por cuanto las victorias obtenidas por el general Arenales, a quien San Martín había enviado hacia el interior, eran un antecedente bastante claro de lo que ocurriría. Por ello, San Martín pudo entrar en Lima sin disparar un tiro, y el 28 de julio de 1821 proclamó la Independencia del Perú. A los pocos días, fue nombrado Protector del Perú.
Rumbo al exilio
En 1823, José de San Martín delegó el mando político del Perú y partió hacia Guayaquil, a fin de entrevistarse con el Libertador Simón Bolívar. No se conoce exactamente lo que allí se trató, pero es dable presumir que en primer lugar conversaron sobre la pertenencia de Guayaquil, que era reclamada por Perú y también por el Ecuador, país que ya se había incorporado a la Gran Colombia creada por Bolívar. Probablemente también discutieron sobre quién concluiría la campaña en el Altiplano. Terminada la conferencia, San Martín regresó a Lima.
El 20 de septiembre, en la sede de la Universidad de San Marcos, inauguró el Primer Congreso peruano y al día siguiente se embarcó hacia Chile.
En enero de 1824 partió rumbo a Mendoza y luego a Buenos Aires. En febrero del año siguiente, obtuvo autorización para trasladarse a Europa acompañado de su hija Mercedes. Tras su estadía en Inglaterra, Escocia, Bruselas y diversos lugares de Francia, y de un complicado viaje al Río de la Plata (1829), en 1834 decidió radicarse definitivamente en Grand Bourg, cerca de París, donde murió.