Nació en Berlín el 8 de noviembre de 1867. Sus padres fueron eximios músicos en cítara y piano. Su infancia transcurrió sin estrecheces económicas. Realizó sus primeros estudios en el Real Gimnasio de Dorotea en Berlín, inclinándose por la Historia Natural, la Física y las Matemáticas.
En 1885 obtuvo su diploma de bachiller en Botánica y en los dos años siguientes realizó estudios de microscopía, histología y preparación de esqueletos de peces.
Al cumplir 20 años, ya era doctor en Ciencias Naturales y ocupaba un alto cargo en el Jardín Botánico de Berlín. En esa actividad estaba cuando lo contactó Domingo Gana, encargado por el Presidente Balmaceda para contratar profesores para el Instituto Pedagógico.
Albert Faupp se casó con una compatriota y tuvo dos hijos: Tusnelda y Tótila. El segundo destacó como un escultor de renombre internacional.
Llegó a Chile en 1889 e inmediatamente empezó a trabajar en el Museo de Historia Natural. La visión de un país nuevo y los variados paisajes que se le ofrecían, lo convirtieron en un viajero incansable por nuestro territorio.
Se dirigió a Valparaíso a buscar el esqueleto de una ballena para transportarla al Museo. A principios de 1890 recorrió la costa entre Valparaíso y Pichidangui, recolectando plantas y peces. Sin descansar, apenas volvió a Santiago acompañó Rodulfo Amando Philippi en una excursión científica entre Concepción y Curanilahue.
Incansable recolector
El verano siguiente (1891) y totalmente ajeno a los acontecimientos políticos, Albert efectuó un viaje a las Sierras de Bellavista, al interior de San Fernando; colectó más de 1.200 fósiles, entre ellos el primero de un ictiosaurio.
Como su fama crecía, fue llamado desde Catapilco para extraer los restos de un mastodonte. Solo el invierno lo hacía retirarse de sus expediciones, pero seguía trabajando en sus estudios.
Entre 1892 y 1898 recorrió Chiloé, Llanquihue, las cordilleras alrededor de Santiago, de Curicó, de Coquimbo y los valles interiores de Elqui y Ovalle. También realizó dos viajes al Archipiélago de Juan Fernández. Volcó esta labor de recolección en el libro Guía del Museo Nacional.
Gestor y promotor de proyectos
Cuando en 1898 dio a conocer sus estudios sobre La Langosta de Juan Fernández y la Facilidad de su Propagación en la costa, se solicitó su traslado al Ministerio de Industria. El cambio de dependencia permitió su transformación de científico de gabinete a gestor y promotor de proyectos de explotación de recursos naturales.
Albert introdujo en Chile los conceptos de protección y conservación de la flora y fauna.
No olvidando sus orígenes en el mundo académico, cada uno de sus proyectos estuvo acompañado de una exploración, investigación y posterior publicación.
A finales de 1898, recorrió las costas entre Colchagua y Talca, y descubrió los enormes perjuicios causados por el avance de las dunas y la pesca con dinamita. Paralelamente, publicó los estudios producto de sus viajes al Norte Chico realizados el año anterior.
Las dunas de Chanco
En 1900, Albert visitó Chanco en la provincia de Cauquenes para iniciar uno de sus más espectaculares proyectos: controlar el avance de una enorme muralla de arena que amenazaba con sepultar al pueblo y los campos agrícolas cercanos.
El año siguiente inició un plan de plantaciones forestales y viveros con el fin de repoblar las comarcas destruidas por el fuego. Albert logró detener el avance de las dunas con una cortina de plantaciones y el apoyo de los lugareños. Hoy, este lugar está convertido en una Reserva Nacional en manos de la Corporación Nacional Forestal (Conaf).
La primera salmonicultura
Con el apoyo del gobierno, en 1903 Albert emprendió la instalación de una piscicultura en río Blanco, en las cercanías de Los Andes; desde Alemania trajo con gran dificultad 400 mil ovas y las hizo germinar. El éxito inicial le reportó el apoyo de benefactores que abrieron estaciones en La Dehesa, Lautaro y Aysén. Para 1916 existían 18 establecimientos dedicados a los salmones y los pejerreyes.
Su actitud ante la erosión
Con el precedente de su victoria en Chanco, el científico acudió en 1907 al auxilio del puerto de San Antonio y el balneario de Cartagena, que estaban en peligro de ser inutilizados, debido a las dunas. A la cabeza de técnicos y obreros repitió la proeza anterior, y luego siguió en Llico y Magallanes.
Pero este cáncer del suelo provocado por la deforestación indiscriminada, el monocultivo y el sobrepastoreo, no podía detenerse sin leyes e instituciones fiscalizadoras. Albert inició entonces una intensa campaña destinada a crear una oficina del gobierno que se preocupara de la preservación de los recursos naturales.
La protección de los bosques
En 1906, Albert acompañó a una misión forestal norteamericana que en el Sur estudió las formas de explotación de los bosques de las selvas lluviosas. El grupo quedó impactado: los incendios, la tala de laderas, y la extracción de los mejores ejemplares eran métodos que -al decir de Albert- significarían la extinción de muchas especies antes de 80 años. Hoy sus palabras parecen proféticas.
A su regreso, gestionó la creación de los parques nacionales de Villarrica, Alto Biobío y Llanquihue. Ese mismo año viajó al Desierto de Atacama para iniciar una repoblación forestal de tamarugos.
A pesar de sus continuos viajes, Albert publicó más de 129 escritos entre libros y artículos, lo que le valió nombramientos en varias sociedades científicas.
Entre ellos: Las Aves Chilenas (1888), Los Bosques en el País(1901), Estudios sobre la Chinchilla (1901), Las Plantas Leñosas de Chile (1906), El Problema Pesquero (1913), y El Consultor Forestal.
Proselitista y educador
La caza indiscriminada de distintas variedades de mamíferos que observó en sus viajes, lo impulsó a proponer formas racionales y sustentables de explotación. En 1929 se dictó la primera ley de caza que incluía la protección de las especies, propuesta por Albert.
También quiso reforestar los cerros y colinas que rodeaban Santiago -sometidos desde la Colonia a una intensa deforestación- y con su entusiasmo incontenible inició en 1907 la tarea de cubrir de árboles nativos el Cerro San Cristobal y los cerros de Conchalí, para establecer un cinturón verde en torno a la capital. Sin embargo, su proyecto no tuvo el apoyo suficiente, y no se terminó sino hasta muchos años después.
El reconocimiento del gobierno
En 1910 el gobierno otorgó a Albert la carta de ciudadanía chilena. En 1911 el investigador consiguió crear la Inspección General de Bosques, Pesca y Caza. En 1912 presentó el primer proyecto de Ley sobre Bosques, el que lamentablemente fue duramente atacado por los políticos que representaban a poderosos empresarios madereros. La ley solo fue publicada en 1931.
Debido al estallido de la Primera Guerra Mundial (1914), partió a Alemania para conocer la suerte de sus famiiares. Desde allí volvió enfermo.
Su gran inquietud: «¿A dónde vamos?»
Se retiró de las funciones públicas en 1916, no sin antes recorrer todas las obras en las que había participado. En 1920 sorprendió a la sociedad santiaguina al tocar junto a su hijo Tótila un concierto de cítara en el Teatro Municipal. Sus fuertes críticas e quienes destruían nuestros recursos sin importarles el futuro, le acarrearon ataques y decepciones. Sus últimos años los paso escribiendo sobre bosques y protección de la fauna.
Federico Albert murió repentinamente el 9 de noviembre de 1928.
En 1912, el naturalista había escrito: «¿A dónde vamos? Ahora cabe preguntarse si después de tanta destrucción sin límites de nuestras riquezas de bosques, pesca y caza, mirándolas como el peor enemigo del país, nos resta lo suficiente para mantener siquiera las más indispensables industrias…».