Nació en Santiago el 23 de octubre de 1912, aunque creció en el ambiente rural, en un fundo de Laja. Con su familia se trasladó luego a Concepción y a Talca, donde estudió en el liceo de esta última ciudad. Viajó posteriormente a Santiago, y terminó sus Humanidades en el Instituto Nacional.
Una vez egresado de Bachillerato, ingresó al Instituto Pedagógico como alumno de Castellano. En este ambiente se perfiló y consolidó su vocación teatral, y fundó junto a otros alumnos el Conjunto Artístico del Instituto Pedagógico, Cadip.
Luego del estreno en 1934 de la obra Estudiantina, de Edmundo de la Parra, el Cadip prosiguió su trabajo y ganó adeptos.
Titulado como profesor de Castellano en 1938, De la Barra emprendió en 1939 la publicación de su primera obra teatral, La Feria, donde expuso la necesidad de organizar y profesionalizar el teatro en Chile.
Del Cadip surgió el Teatro Experimental bajo la dirección de De la Barra, que reunió además artistas como Roberto Parada, Agustín Siré, Bélgica Castro, María Cánepa, María Maluenda y Kerry Keller.
El 22 de junio de 1941 se realizó la función fundacional de la compañía con el estreno de la obra La Guarda Cuidadosa, de Cervantes, en el Teatro Imperio.
Un lugar destacado en la dramaturgia nacional
El año 1941 marcó un hito en la historia del teatro chileno, con el inicio de una importante labor de renovación del espectáculo dramático en nuestro país. De la Barra estuvo en el centro de esta labor, y fue capaz además de concitar el apoyo de la Universidad de Chile, y de convocar a muchos actores talentosos a este nuevo proyecto.
Uno de los efectos más importantes de este movimiento fue la creación de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile a cargo de Agustín Siré.
El Premio Nacional de Arte y buscador de otros rumbos
En reconocimiento a una importante labor en Chile y en el extranjero, como dramaturgo, actor y director, en 1952 Pedro de la Barra obtuvo el Premio Nacional de Arte. Cinco años después, se retiró del Teatro Experimental, y partió a Concepción, donde reorganizó el Teatro Universitario. De allí, se trasladó a Arica, a trabajar en la Universidad de Chile.
Luego se instaló en Antofagasta, donde permaneció 12 años, primero como director del grupo Teatro del Desierto y, más tarde, como director del Departamento Artístico de esa sede universitaria, que él formó.
Un fin lejos de su tierra
En 1974 Pedro de la Barra aceptó el ofrecimiento del Consejo de Cultura de Venezuela, y partió a enseñar a ese país. Allí se reunió con su hijo en el exilio y murió en 1976, aquejado por la nostalgia de Chile y por el trágico fallecimiento de su hijo menor, Alejandro, después del golpe militar. De acuerdo a su voluntad, sus restos fueron repatriados en 1990, para descansar en tierra chilena.