Ignacio de la Carrera Cuevas, padre de los hermanos Carrera y miembro de la Primera Junta de Gobierno, nació en Santiago en 1747 y murió en la misma ciudad en 1819. Hijo de Ignacio de la Carrera y Ureta y Javiera de las Cuevas y Pérez de Valenzuela, heredó una cuantiosa fortuna producto de la actividad empresarial minera de su progenitor.
Contrajo matrimonio con Paula Verdugo y Fernández Valdivieso, con quien tuvo cuatro hijos: Javiera, José Miguel, Juan José y Luis, quienes tuvieron una relevante participación en la lucha por la Independencia.
A fines del siglo XVIII, inició su carrera militar. En 1810 fue elegido vocal de la Junta de Gobierno, participando luego en otras instancias de ese tipo, a pesar de sus simpatías personales por el monarquismo.
Fue detenido y encarcelado en la Isla Juan Fernández, de donde salió en 1817, debiendoenfrentar la dura realidad de la muerte de sus hijos Juan José y Luis, y el exilio de Javiera y José Miguel.
Miembro de la Primera Junta
Ignacio se incorporó a las milicias, aunque esto no fue obstáculo para que atendiera los negocios familiares. En 1777, se enlistó en el Regimiento de Caballería del Príncipe.
Su familia paterna -como la que él formó al casarse con Paula Verdugo- era una de las más aristocráticas de la sociedad chilena. Por ello, en septiembre de 1810, participó en el Cabildo Abierto que decidió la formación de la Primera Junta de Gobierno. El acta levantada en la ocasión dice que todos los vocales, entre los que él estaba, fueron «admitidos con los mismos vivas y aclamaciones, sin que discrepase uno de más de cuatrocientos cincuenta vocales» que asistían. Este hecho lo involucró en una activa participación política.
En 1811, se desempeñó como vocal del Tribunal Superior de Gobierno y al año siguiente se integró a la Junta Provisional de Gobierno.
La prisión y la dura libertad
Esta participación sirvió para que las autoridades restauradoras de la Monarquía lo detuvieran en 1814, lo enviaran confinado al presidio de la Isla Juan Fernández, e iniciaran un proceso judicial en su contra. Todos los arrestados allí fueron liberados en 1817. Sin embargo, esto no trajo tranquilidad a su espíritu. Sus hijos no se encontraban en el país y se enfrascaban en arduas disputas con los gobernantes de Chile y Argentina. Juan José y Luis fueron fusilados el 8 de abril de 1818. Increíblemente, don Ignacio tuvo que cancelar los gastos ocasionados por el fusilamiento. Su espíritu fue destruido por la muerte de sus hijos menores y falleció en 1819.