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INDICE

Nació en Santiago el 28 de noviembre de 1827. Sus padres fueron Gregorio Ibáñez y Mercedes Gutiérrez de Mier. Asistió al Colegio de Santiago, donde fue un alumno de notas sobresalientes. Ingresó a la Universidad de Chile y se tituló de abogado el 9 de enero de 1852, a los 24 años de edad. Al año siguiente comenzó su carrera en el servicio público, como secretario y relator de la Corte de Apelaciones de La Serena.

En 1855 fue ascendido a juez de Letras de Ancud. Luego se le trasladó a Valparaíso, como juez del Crimen, primero, y en lo Civil, después. Su carácter le hizo merecedor de una gran reputación en la opinión pública, por ser un hombre de recta moral, inteligente y honesto. En 1870 comenzó su vida de diplomático, tratando de solucionar el conflicto con Perú, por la liquidación de las cuentas de la Escuadra aliada que en 1866 combatió en la guerra contra España.

Tras llevar el tema a un arbitraje, pudo dedicarse, además, a buscar una solución a las precarias condiciones en que se encontraban muchos chilenos que trabajaban en los ferrocarriles construidos en territorio peruano. Ellos habían migrado en enormes cantidades, por lo cual Ibáñez trató, por sobre todo, de terminar con esta situación.

Límites con Bolivia

Motivos de salud lo hicieron retornar a Chile en 1871, recibiendo el mismo año el cargo de ministro de Relaciones Exteriores y de Colonización. Fue un período difícil en las relaciones internacionales, por el problema de las cuentas de la Escuadra aliada con Perú y la cuestión limítrofe con Argentina y Bolivia. A pesar de ello, esta fue la etapa más brillante en la carrera diplomática de Ibáñez, pues puso toda su inteligencia al servicio del estudio de estos temas, intentando hacer prevalecer el espíritu americanista que lo inspiraba.

En 1872 -no habiendo conseguido un acuerdo en el tema de los límites con Bolivia- resolvió enviar una legación encabezada por el ministro plenipotenciario Santiago Lindsay. Este mismo año asumió la presidencia de Bolivia Manuel Pardo, quien desconoció el Tratado de 1866 y quiso monopolizar el comercio del salitre y del guano. Además, había comenzado a fraguarse ya una unión con Perú, que se materializó en el tratado secreto firmado el 6 de febrero de 1873. Era difícil, por lo tanto, esperar una solución pacífica, lo que obligó a Chile a comenzar su preparación militar y naval.

Límites con Argentina

No fueron los litigios con Bolivia los únicos que acapararon la atención de Ibáñez. De hecho, su principal labor fue el arreglo de la cuestión de límites entre Chile y Argentina, en la Patagonia. Tras una larga historia de intentos de acuerdo, Ibáñez estudió a fondo todos los documentos que le permitieran fundamentar con argumentos sólidos la posición chilena, que se basaba en el principio de uti possidetis de 1810.

La claridad e inteligencia de sus exposiciones, además del erudito conocimiento que tenía de la documentación relativa, le valieron el reconocimiento de la prensa sudamericana y europea. Finalmente, el territorio de la Patagonia quedó en su mayor parte en manos argentinas, a pesar del empeño que puso Ibáñez para sostener la posición chilena.

Las memorias anuales de las embajadas

En materia de relaciones comerciales y políticas, Ibáñez celebró varias convenciones y tratados con naciones amigas. Para él, las buenas relaciones con otros países eran esenciales, por cuanto los datos que pudiesen aportar servirían al bien y a la prosperidad de Chile. Por ello instauró el sistema de las memorias anuales de las legaciones acreditadas en el extranjero. Estas debían contener el detalle de las labores realizadas. Como ministro de Colonización dirigió su atención hacia los terrenos del Sur de Chile y participó en la ocupación de La Araucanía.

Ministro y parlamentario

A principios de 1875, Ibáñez dejó el Ministerio de Relaciones Exteriores y en abril del mismo año fue nombrado ministro plenipotenciario de Chile en Estados Unidos. Su desempeño en este cargo coincidió con su elección como senador propietario de la provincia de Valdivia en 1876.

Tras su regreso, ocupó su cargo parlamentario hasta 1881, año en el cual la provincia de Santiago lo eligió como uno de sus representantes en el Congreso, hasta 1888. Como parlamentario procuró defender la libertad y la igualdad, se opuso tenazmente al proyecto de ley electoral, por considerar que era oligárquico y antiliberal. Se preocupó asimismo del estado de algunas obras públicas valiosas, de la mortalidad de las poblaciones y de la educación. En 1887 formó parte de la comisión redactora del Código Penal.

Exiliado en Argentina

En 1890, Ibáñez aceptó el cargo de jefe del gabinete del Presidente Balmaceda. Se desempeñó como ministro del Interior hasta mayo, siendo luego consejero de Estado y miembro del Congreso constituyente en 1891. Debido a la revolución, debió salir proscrito del país hacia Buenos Aires, donde vivió durante cuatro años. Allí recibió grandes gestos de reconocimiento y hospitalidad, que lo ayudaron a sobrellevar el dolor del exilio. En Argentina obtuvo el título de abogado, y fue miembro del Ateneo Literario y de la Sociedad Geográfica Argentina.

Un servidor público

A su regreso a Chile en 1895, Ibáñez se mantuvo por un tiempo alejado de la vida pública, hasta que fue llamado en 1896 a desempeñar el cargo de ministro de Justicia e Instrucción Pública. Junto a su capacidad de orador, mostró importantes cualidades de escritor. En 1860 fue director de la Revista Sud-Americana y presidente de la Sociedad de Amigos de la Ilustración. Además, integró la Academia de Bellas Letras de Santiago. Tras una vida entregada con abnegación y sacrificio al servicio de la patria, murió el 12 de agosto de 1898.


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