Nació el 24 de noviembre de 1903 en Tilleur, Bélgica, cerca de la ciudad universitaria de Lieja. Fue uno de los 11 hijos del matrimonio formado por Ubric Le Paige y Teresa de Walque. Su familia estaba íntimamente ligada a la intelectualidad de Lieja, habiendo sido sus abuelos materno y paterno rectores de su casa de estudios superiores, e importantes científicos de su época. Su abuelo paterno fue profesor de Matemáticas Antiguas y Astronomía; y su abuelo materno, especialista en Mineralogía, Paleontología y Ciencias Naturales, y fundador del Instituto Real de Geología de Bélgica.
Su padre era, además, director del Observatorio Astronómico de esta ciudad e historiador, especialista en Heráldica y Genealogía.
El joven Gustavo creció así en un medio eminentemente intelectual, que le inculcó una marcada inquietud científica. Su educación primaria se desarrolló en el colegio de los padres jesuitas en Charleroi, y después ingresó al colegio que la misma orden mantenía en Lieja, para realizar estudios de Humanidades greco-latinas. Revelada su vocación sacerdotal, ingresó al noviciado jesuita de Arlón en 1922.
Misionero en África
El novicio Le Paige ingresó a la Universidad de Lovaina a estudiar Filosofía y Teología. Interrumpió sus estudios durante tres años para viajar al Congo Belga y ejercer como misionero, a cargo de una escuela en Kivango. Una vez ordenado sacerdote, regresó al Congo Belga en 1936, donde se desempeñó como misionero itinerante hasta 1952, cuando fue designado superior de la misión jesuita de Ngi. Para enfrentar la evangelización de las comunidades bantúes, Le Paige buscó combinar la Teología clásica con enfoques antropológicos, lo que le acarreó más de algún inconveniente con las autoridades coloniales, abandonando finalmente el Congo Belga a instancias de sus superiores.
Nuevos horizontes en el Norte chileno
En agosto de 1953, el padre general de la orden solicitó a Gustavo Le Paige que viajara a Chile, donde su copadrino de ordenación sacerdotal de Lovaina, el padre Alberto Hurtado, había realizado una extraordinaria labor. Sin embargo, no alcanzó a trabajar con él, ya que el padre Hurtado había fallecido antes. Le Paige llegó a Chile en septiembre de ese mismo año y fue designado para ocupar un lugar en la parroquia de Chuquicamata, en el Norte del país. En 1954, una vacante en la parroquia de San Pedro de Atacama le dio la oportunidad de volver a convivir con comunidades rurales. San Pedro fue su hogar por 25 años.
Como párroco, de estilo misionero, recorrió de oasis a montaña cada uno de los pueblitos de la puna atacameña, desplegando una incansable labor no sólo en el área de la evangelización. De hecho, hasta hoy su paso por Atacama se recuerda estrechamente ligado a la concreción de obras de desarrollo vitales para la región, como caminos, hospitales, canchas deportivas, hosterías, asesorías técnicas estatales, sistemas de captación de aguas y tantas otras realizaciones que llevan su sello.
Inicios de un proyecto patrimonial visionario
En Atacama tomó forma y se consolidó la idea del padre Le Paige, de conocer al habitante atacameño desde sus más antiguos rastros. Su trabajo dio nuevo impulso al conocimiento de las poblaciones indígenas prehispánicas de Atacama, gracias a la creación de un museo arqueológico. Mucho tiempo después, el padre Le Paige declaró: ?Desde hace muchos años trabajé por una obra que destacara a San Pedro de Atacama, porque había encontrado por fin la razón de mi vida aquí, en este pequeño y grande oasis de la puna chilena.
El Museo Arqueológico Gustavo Le Paige
Los primeros hallazgos de las excavaciones se fueron acumulando en la casa parroquial, hasta que la situación se hizo imposible. Con ayuda de la población local, Le Paige reunió adobes y comenzó la construcción de un local para albergarlos.
Fue en ese momento que la Universidad del Norte, entonces de la orden jesuita, le ofreció el apoyo académico y material necesario para realizar su anhelado proyecto de museo, capaz de albergar los tesoros indígenas reunidos en más de 300 sitios arqueológicos, pucarás, sitios habitacionales y cementerios. Gracias a esta importante colaboración y a la dirección que asumió el propio padre Le Paige, el Museo Arqueológico de San Pedro, hoy bautizado en honor a su fundador, se transformó en un importante museo regional y destacado a nivel americano.
Sistematización y discusión científica en torno al pasado atacameño
En las dos décadas que estuvo en Chile, el padre Gustavo Le Paige escribió cuatro libros sobre el pasado atacameño, además de una veintena de artículos para revistas especializadas, abarcando desde el Paleolítico hasta la influencia de Tiahuanaco en esta zona.
Sus trabajos publicados fueron una de las primeras tentativas en Chile de ofrecer una secuencia precerámica, con caracteres de modos de vida Paleolítico, en una región típicamente andina.
Una merecida consagración
En 1972, el Senado chileno le concedió por unanimidad la nacionalidad por gracia. A ello se agregaron los nombramientos de doctor honoris causa de la Universidad del Norte, la Universidad Católica y la Universidad de Chile.
El padre Le Paige fue galardonado además con la Orden al Mérito Bernardo O?Higgins en grado de Caballero, la Orden de la Corona Real de Bélgica y la Orden Isabel la Católica, esta última recibida de manos del Rey de España. Fue miembro de la Academia Chilena de Ciencias Naturales y de la Academia Chilena de la Historia.
Falleció en Santiago el 19 de mayo de 1980, en el convento de su orden, y fue sepultado, de acuerdo a su voluntad, en San Pedro de Atacama.