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INDICE

Don «Casimiro Marcó del Pont Ángel Díaz y Méndez, Caballero de la Orden de Santiago, de la Real y Militar de San Hermenegildo, de la Flor de Lis, Maestrante de la Real de Ronda, Benemérito de la Patria en grado heroico y eminente, mariscal de campo de los reales ejércitos, superior Gobernador y Capitán General, Presidente de la Real Audiencia, Superintendente, Subdelegado del general de la Real Hacienda y del de correos, postas y estafetas y Vice-Patrono Real de este Reino de Chile», usando la misma fórmula que él utilizaba para firmar sus documentos…. , fue el último Gobernador de Chile, nació en Vigo, España, en 1770, y murió en Argentina, en mayo de 1819.

Siendo muy joven, inició una carrera militar brillante en el Regimiento de Infantería de Zaragoza y ya antes de cumplir los 45 años, había alcanzado el grado de mariscal de campo.

Marcó del Pont se distinguió en la Guerra de Independencia de España -es decir, la que este país sostuvo contra la invasión francesa a partir de 1808-, siendo su valor reconocido incluso por el mismo general José de San Martín.

Mito histórico: su personalidad

En 1815, Marcó del Pont fue nombrado Gobernador de Chile, arribando a Valparaíso a fines del mismo año. Su carácter y forma de ser han sido ridiculizados por la generalidad de los historiadores nacionales. Siempre se ha tratado de minimizar su valor, pintándosele incluso como un militar afeminado.

Los primeros autores que se abocaron a estudiar este período de la historia de Chile veían en España, y en todo lo español, la encarnación de una larga serie de elementos negativos, y de ahí que «cargaran las tintas» en contra de algunos personajes.

Joaquín Edwards Bello explica esta impresión con las siguientes palabras:

«A Marcó del Pont, que era un hombre fino, de los mejor educados y de excelente tronco, algo raro entonces, le dieron fama de afeminado, simplemente por su limpieza, su elegancia, y el pecado de haber traído ciertos adelantos a una ciudad cuyo estado entonces era indescriptible a causa de su atraso y suciedad. En Santiago no había vidrios, ni letrinas, ni más alumbrado que el de las velas de sebo, sostenidas en pelotas de barro que sacaban a mano de las acequias. El entretenimiento de los niños era la pedrea. Lo que ahora llamamos guate, de W.C., era el zambullo, un canco hediondo que sacaban de las casas y cantinas una vez al mes. En otras partes ponían el excusado encima de la acequia en el tercer patio. En la Plaza ocupaban todo un costado los vendedores de ojotas. Las ojotas viejas quedaban en el suelo y servían los domingos para la llamada guerra de ojotas. Con este calzado combatieron los ejércitos patriotas. A esta ciudad trajo el señor Marcó del Pont alguna escupidera, peines, cepillos, jabones finos, y algún carruaje con vidrios, todo lo cual pareció insólito. Le compararon con la Pompadour y le dieron fama de afeminado. Poco cuesta desfigurar a las personas…».

Resguardo de su gobierno

Las medidas que tomó durante su gobierno también han sido exageradas, omitiéndose que para todas y cada una de ellas es posible encontrar un símil dictado antes y después de su gestión. Se ha criticado la necesidad de portar pasaportes para salir de Santiago, los toques de queda y otras medidas restrictivas que ya habían sido ordenadas con anterioridad por los revolucionarios en 1813 y 1814, y que son lógicas en una época de conflicto bélico.

Marcó del Pont tenía pleno conocimiento de que en Mendoza se estaba proyectando una invasión al territorio a su mando y por lo tanto tomaba los resguardos pertinentes.

Su gobierno se extendió precisamente hasta el 12 de febrero de 1817. Tras la derrota de las fuerzas realistas que -comandadas por el general Rafael Maroto- combatieron en Chacabuco, Marcó del Pont partió rumbo a Valparaíso, pero en el camino fue capturado. Tras una entrevista formal con San Martín y algún tiempo en prisión, fue remitido a Mendoza y luego confinado en San Luis. Allí se encontraba cuando se produjo un intento de fuga por parte de varios de los detenidos (1819). Marcó del Pont no estaba entre los revoltosos, pero igualmente se le procesó, demostrándose su inocencia. Fue trasladado a la localidad de Luján, cercana a Buenos Aires, donde murió el 19 de mayo del mismo año.


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