Debemos imaginarnos todo ecosistema como una permanente fábrica, en la que sus componentes están, directa o indirectamente, en permanente acción e interacción.
Para facilitar este funcionamiento, la vida orgánica y el equilibrio sistémico, existe una serie de procesos energéticos, químicos y físicos, que involucran tanto a los factores bióticos como abióticos. Un conjunto de fenómenos que revelan la dinámica vida de los ecosistemas, las jerarquías que en él se constituyen y el papel exacto que cada individuo cumple en estos importantes sistemas naturales.
A continuación, te mostramos algunos de los principales procesos ecosistémicos.
Descomposición orgánica
Todo organismo vivo posee la capacidad de descomponerse en sustancias más simples hasta casi desaparecer. Decimos casi, porque en la naturaleza nada se desecha totalmente, todo se transforma.
La descomposición o biodegradación corresponde a la desintegración de sustancias orgánicas complejas en otras más pequeñas, ya sean de origen animal, microbiano o vegetal. Comprende dos procesos: la fragmentación de la materia descompuesta en partículas de menor tamaño y el catabolismo de los compuestos orgánicos (obtención de energía a partir de compuestos orgánicos complejos).
La biodegradación es considerado uno de los procesos más importantes que ocurren a nivel ecosistémico. De hecho, la supervivencia y mantención de un ecosistema, tanto acuático como terrestre, depende de la existencia de seres productores y otros degradadores.
La materia orgánica en descomposición, por lo general, comprende hojas, ramas de diversos tamaños, flores, frutos, insectos y animales muertos, fluidos vegetales, líquidos y desechos orgánicos. Todos ellos caen directamente al suelo, componen lo que se denomina mantillo y, finalmente, se transforman en una sustancia orgánica amorfa denominada humus.
La biodegradación es catalogada como el resultado del trabajo de una comunidad de macroorganismos, principalmente invertebrados, y además, como un proceso biogeoquímico, que integra actividades enzimáticas.
Fijación de energía
En todo ecosistema existen importantes procesos a través de los que se fija la energía y se conduce hacia los diferentes organismos que lo componen.
Un continuo viaje que comienza con el aprovechamiento de una de las principales fuentes energéticas del planeta, el Sol, y que incluso integra la descomposición orgánica.
La captación y transformación de la energía solar en materia (principalmente, carbohidratos) es trabajo de los vegetales a través de la fotosíntesis (en plantas terrestres y acuáticas). Este último es un proceso vital para el desarrollo de la vida en nuestro planeta y corresponde a un intercambio bioquímico, que permite fijar la energía radiante del Sol, convirtiéndola en energía disponible para otros seres vivos.
El proceso anterior, que se denomina productividad primaria, es el verdadero motor de todo ecosistema y de los procesos de captación de energía posteriores.
Meteorización
Uno de los fenómenos más importantes, que moldea y transforma la superficie de todo ecosistema es la denominada meteorización. Corresponde a la desintegración y descomposición de las rocas alojadas en la superficie terrestre, producto de la acción de agentes biológicos, químicos y/o factores físicos.
Cuando hablamos de meteorización física, nos referimos a la desintegración o ruptura del material rocoso, sin que este vea afectada su composición mineral. Ya sea por la acción de la temperatura, el hielo, la sal o por cambios de presión, una enorme roca puede dividirse en fragmentos menores e incluso, convertirse en un grano de arena.
La meteorización química implica cambios más complejos, que involucran a los compuestos primarios que forman las rocas. Por lo general, la acción de algunos procesos atmosféricos, así como también la del oxígeno y del dióxido de carbono, modifican de forma irreversible la composición química de la roca.
Por último, existe una meteorización biológica, en la que participan directamente organismos vivos que habitan en el ecosistema. El crecimiento de algunos vegetales en la roca puede producir la fragmentación de ésta, así como también la acumulación de desechos orgánicos (heces y orina) sobre la superficie rocosa influye directamente en su composición.