A primera vista, la tundra se presenta como un terreno llano, con pequeñas mesetas desgastadas (de eras geológicas anteriores) que apenas se elevan por encima del nivel del mar. Es una vasta extensión geográfica, ya que si sólo consideramos la tundra ártica (existe también la tundra alpina y la alpina tropical) nos referimos a, aproximadamente, 20.000 kilómetros cuadrados.
La tundra se caracteriza por dos rasgos fundamentales: su suelo contiene una profunda capa que está siempre congelada (permafrost) y la vegetación es de tamaño reducido (sólo musgos, líquenes y algunos arbustos, sobre todo durante la época estival).
La tundra posee dos estaciones fuertemente marcadas. El invierno impera durante la mayor parte del año, cubriendo el paisaje con una importante cantidad de hielo y disminuyendo la presencia de las especies animales (que migran o hibernan) y vegetales. El verano se da en sólo dos meses, durante los cuales la tundra se transforma por completo. De ser un territorio casi deshabitado e inhóspito se convierte en el ambiente perfecto para el desarrollo de asociaciones vegetales, el apareamiento de algunos mamíferos y la aparición de una cantidad importante de alimentos que atraen a muchas aves, insectos y otros organismos.
Tipos de tundra
Usualmente se identifica la tundra como el territorio propio de latitudes altas, cercano a los polos. Si bien está afirmación es certera, es necesario destacar que existen dos tipos más de tundra que no se ubican en esas latitudes: tundra alpina y tundra alpina tropical.
– Tundra alpina: mantiene las características generales que identifican a esta región ecológica: temperaturas bajas, una corta estación estival y precipitaciones reducidas, ya que el frío ambiental impide la circulación del vapor. Esta tundra aparece en las zonas de alta montaña de todo el mundo. Posee un permafrost de menor grosor, en comparación con la tundra ártica. Además, sus suelos son más secos y las precipitaciones en forma de nieve y la humedad es mayor.
– Tundra alpina tropical: una de sus características más singulares es el desarrollo de una especial vegetación de plantas altas. Si bien tanto en la tundra ártica como en la alpina se desarrollan organismos vegetales de reducido tamaño, en las zonas tropicales crecen enormes plantas, que alcanzan más de seis metros de altura, ramificadas, e incluso sin ramificar. Las características que analizaremos más adelante se refieren, principalmente, a la tundra ártica.
Condiciones climáticas
La tundra es una tierra fría, de vientos fuertes, importantes nevadas y con amplias fluctuaciones de temperatura, lo que hace que los diferentes organismos que habitan en ella, estén adaptados a condiciones tan extremas.
Por lo general, las temperaturas medias oscilan entre los -15ºC y los -5ºC. En la constitución de estos parámetros influye la cercanía de la tierra con el mar. Por ello, es posible diferenciar entre un clima marítimo, con variaciones de temperatura moderadas y precipitaciones, y un clima continental, más seco y con inviernos extremadamente fríos.
Las precipitaciones suelen ser escasas, llegando hasta los 300 milímetros anuales. Sin embargo, la humedad del ambiente es alta, ya que la evaporación es baja y el suelo congelado capta y retiene una cantidad importante de agua.
La duración de las horas de radiación solar también varía considerablemente, de acuerdo a las estaciones del año. Los meses de verano cuentan con luz solar casi permanente, mientras que en el invierno este casi desaparece, volviendo más extrema la vida en la tundra.
Suelo
El suelo de la tundra está determinado, fundamentalmente, por dos factores: el congelamiento y el deshielo de las capas superiores que lo componen, y la existencia de una capa más profunda denominada permafrost.
En geología, cualquier porción de sustrato o suelo que posea, durante dos años o más, temperaturas inferiores a los 0ºC, recibe el nombre de permafrost. Sin lugar a dudas, una de las capas más profundas de la tundra merece esta denominación, ya que, incluso en la temporada estival, permanece congelado.
El punto más alto de cambios del permafrost ocurre en verano. Debido al pequeño incremento en las temperaturas, sus capas más superficiales comienzan a derretirse, permitiendo el crecimiento de algunos organismos vegetales y estancando importantes masas de agua en el interior de la llanura, la que no puede drenar debido al congelamiento permanente de la capa más interna del permafrost.
Durante la temporada estival solo la superficie se deshiela, permaneciendo capas más abajo el permafrost.
En cuanto al proceso alternado de congelamiento y fusión (deshielo y formación de pantanos), en la superficie del suelo se produce un pequeño ciclo natural, durante el cual el nivel del suelo se eleva y baja nuevamente. Esto permite que los nutrientes alojados en él circulen, cumpliéndose algunos de los ciclos biogeoquímicos vitales para toda forma de vida, como el del carbono y el oxígeno.
También hay que destacar que en la superficie de la tundra ocurre, además, la meteorización de las rocas existentes. Esto es una forma de fragmentación mecánica, provocada por las tensiones físicas al interior de las rocas. La acción del hielo es determinante en este proceso, ya que solo una gota de agua en una pequeña grieta de la roca puede fragmentarla en pequeños pedazos, sin alterar su composición mineral.
Vegetación
En la tundra sólo sobreviven, con dificultad, aquellas especies vegetales capaces de resistir la constante alteración del suelo y de soportar el hielo y el viento. Incluso, la atmósfera en estas latitudes posee particulares características que condicionan toda forma de vida. Se presenta más fina, por lo que la intensidad luminosa, especialmente aquella relacionada con los rayos ultravioletas, es bastante alta en los días soleados.
Si bien las lluvias son escasas, los suelos anegados y la dificultosa evaporación otorgan el suministro hídrico necesario para la sobrevivencia de estos organismos vegetales.
Musgos y líquenes son las especies que logran sortear estos grandes obstáculos durante la mayor parte del año.
Diferente es la situación en verano. El breve deshielo que ocurre durante, aproximadamente, dos meses permite el florecimiento de juncos, brezos, sauces, abedules enanos y hierbas, entre otros. Esto no solo implica un aumento considerable de la diversidad orgánica, sino que también se traduce en una gran abundancia de nutrientes para los herbívoros de la zona y un excelente refugio para la depredación.
Los vegetales existentes también participan de un interesante proceso de descomposición que, finalmente, forma las llamadas turbas. Estos verdaderos pantanos -que tienen mayor presencia durante los deshielos- se forman por la lenta descomposición de los restos de algunas plantas muertas o parcialmente desintegradas, que se van acumulando en terrenos anegados.
Fauna
Si consideramos las extremas condiciones ambientales de la tundra, difícilmente podríamos imaginar la exuberante fauna que efectivamente se desarrolla en ella.
Diversos organismos vertebrados e invertebrados son capaces de vencer la adversidad y acondicionar sus ritmos vitales a los cambios estacionales y temperaturas, entre otros factores.
También hay que destacar que el número de especies distribuidas en la tundra cambia abruptamente con el inicio de las distintas estaciones.
Al llegar el invierno, muchos animales viajan a sectores más templados durante esta época y retornan a ella a comienzos de la temporada estival.
En el verano, la tundra se convierte en el lugar elegido por muchos mamíferos para reproducirse, así como también la zona indicada para las aves por la abundancia de alimento existente.
Entre los vertebrados que dominan los gélidos territorios interiores de la tundra están el Caribú (Rangifer tarandus), el Alce (Alces alces), el Buey almizclero (Ovibos moschatus), el Zorro ártico (Alopex lagopus), la Liebre ártica (Lepus arcticus), los lemmings, el lobo (Canis lupus) y el Oso polar (Ursus maritimus).
Cada uno de ellos posee particularidades que facilitan su vida en la tundra, como el Zorro ártico, que casi duplica su pelaje en invierno para aguantar las bajas temperaturas, o el oso polar, que cuenta con pelos huecos y con una superficie translúcida impermeable. Ejemplos de algunas adaptaciones orgánicas las abordaremos en extenso más adelante.
Por su parte, en las zonas costeras se desarrolla otro importante foco de biodiversidad de especies, compuesto por ballenas, focas, belugas, nutrias y algunos peces y crustáceos.
Sin embargo, quienes dominan el sector son las aves, atraídas por la abundancia de alimento. También es destacable que durante el invierno, miles de crustáceos quedan congelados en la superficie de la tundra, situación que con la llegada de los primeros rayos de sol del verano cambia, ya que poco a poco comienzan a emerger, quedando suspendidos en las superficies anegadas y atrayendo a una gran cantidad de insectos.
Esto se transforma en un verdadero festín para las aves, que aprovechan esta inmejorable oportunidad. Entre ellas destacan las grullas, gansos, correlimos, zarapitos, archibebes, la Perdiz nival (Lagopus mutus) y el Búho nival (Nyctea scandiaca), entre otros. De todas estas especies, solo algunas son capaces de permanecer y sobrevivir a la temporada más fría, así la mayoría viaja hacia el sur en busca de calor.
Hombre y tundra: difícil convivencia
La tundra ártica no es un hogar confortable para el ser humano. Siempre se ha caracterizado por poseer una densidad poblacional baja.
Siglos atrás, algunas tribus se establecían en estas heladas tierras. Entre ellas estaban los inuit, comúnmente conocidos como esquimales, y los lapones, habitantes de las zonas árticas de Norteamérica y Eurasia, respectivamente.
El estilo de vida de estos habitantes estaba en armonía ecológica con el medio que los rodeaba, aprovechando de manera equilibrada los recursos naturales con que contaban. Sin embargo, a comienzo del siglo pasado y sobre todo durante las últimas décadas, esta situación cambió drásticamente. Atraídos por recursos tan importantes como el oro, petróleo y la fauna existente, los hombres debilitaron el equilibrio establecido y hasta hoy arrasan indiscriminadamente con los recursos de esta región ecológica.
Los poblados temporales de las tribus fueron reemplazados por asentamientos permanentes construidos de materiales sintéticos; los livianos trineos movilizados por animales dieron paso a tráfico de vehículos pesados que, si bien permiten un mejor desplazamiento, arrasan con el suelo y la vegetación típica del lugar alterando, incluso, la cadena trófica. También la explotación petrolera ha generado constantes residuos que contaminan el ambiente, existiendo además el riesgo potencial de los peligrosos derrames del codiciado recurso energético.
Si analizamos la situación de la tundra alpina notaremos que no es mucho mejor. Muchas zonas en altura son utilizadas para el pastoreo de ganado doméstico, lo que afecta directamente el suelo y la vegetación del sector.
También la construcción de carreteras, centros recreativos y senderos de excursionismo han abierto el camino para que el hombre altere el normal comportamiento de los factores bióticos y abióticos.
Alaska, santuario ecológico amenazado
A comienzos del año 2000 se dio inicio a un fuerte debate político y ambiental por la inminente explotación de los recursos petroleros existentes en Alaska. Si bien en décadas anteriores ya se extraía este recurso energético en algunas zonas del Ártico, durante el primer semestre de 2005 se autorizó a algunas compañías para que aprovecharan los recursos de una particular zona: la reserva natural de Alaska, conocida como el Refugio Nacional de Vida Animal en el Ártico (ANWR, por su sigla en inglés).
Esta reserva, de 79.380 kilómetros cuadrados, corresponde a un territorio casi virgen, al que solo se puede llegar por agua y cuya riqueza biológica es tan grande que muchos la comparan con la del Parque Nacional Serengeti, en África. Es, además, el hábitat de especies como osos polares, osos pardos, lobos, zorros árticos, bueyes almizcleros, alces, bisontes, ballenas, morsas y más de 180 especies de aves (entre las que destacan gansos, águilas y halcones); incluso, cada verano, el paisaje es invadido por miles de caribúes, los que recorren más de 70 mil kilómetros desde Canadá para criar y pastar.
Bajo la superficie de donde habitan los animales se encuentran las bolsas petrolíferas. Algunas estimaciones señalan que estas reservas corresponderían a más de 10 mil millones de barriles de crudo y que en un período de diez años se podrían extraer un millón de barriles diarios (reduciendo en parte la dependencia energética de Estados Unidos a los países de Medio Oriente).
La zona escogida para la explotación petrolera (debido a la abundancia de recursos) es precisamente la llanura costera donde la mayoría de los animales se reúnen.
Para explotar las reservas petroleras es necesario construir enormes plataformas, las cuales, según estudios científicos, obstaculizarían el normal desplazamiento y reproducción de especies como los caribúes, así como también incidirían en el abandono de crías por parte de los osos polares.
Sol de medianoche
En las latitudes cercanas a los polos ocurre un curioso fenómeno, más perceptible en el hemisferio norte que en el sur (debido a la cantidad de asentamientos humanos existentes).
Se trata del sol de medianoche, fenómeno observable desde la tundra y que consiste en la visibilidad, durante las 24 horas del día, del Sol. Esto ocurre en las fechas próximas al solsticio de verano, debido a la inclinación del eje de rotación de la Tierra con respecto al plano de la elíptica (plano que define la órbita de traslación terrestre en torno al Sol).
Unión estratégica
Los líquenes son producto de una interacción natural llamada simbiosis. En ella, dos organismos se unen en una relación beneficiosa para ambos. En este caso específico, la asociación se produce entre un hongo y un alga; el primero se encarga de proteger al alga de la radiación solar y brindarle agua y sales minerales, mientras que el alga es capaz de realizar el importante proceso de fotosíntesis y brindarle al hongo una importante cantidad de nutrientes.
Los líquenes abundan en las zonas frías, pero poseen la capacidad de adaptarse fácilmente a otros ambientes. Es una de las especies vegetales que dominan el paisaje de la tundra, pero también los podemos encontrar en desiertos y regiones volcánicas, por lo que una de sus principales características es sobrevivir a ambientes desfavorables. Los musgos suelen aparecer en las superficies rocosas.
Pequeños habitantes
Los lemmings son habitantes comunes de la tundra y la taiga. Son pequeños roedores que apenas sobrepasan los 10 centímetros de longitud, con patas y cola corta y cuyo color depende de la variedad de la especie. Se alimentan de hierbas, raíces y frutos, pero por sobre todo prefieren las partes verdes de las plantas.
Pasan gran parte de su tiempo guarecidos entre las plantas o en una madriguera bajo el suelo, soportando las bajas temperaturas. En invierno, cuando la sensación térmica se vuelve aún más extrema, construyen un verdadero túnel bajo la nieve, ayudados por una de sus uñas especialmente adaptada para cumplir una función similar a la de una pala.
Insectos en la tundra
Algunos insectos también han desarrollado mecanismos orgánicos que le permiten habitar la tundra. Generalmente ocupan la superficie, ya que mientras más cerca estén de ella más protegidos se encuentran de los intensos y constantes vientos. Entre las poblaciones más abundantes podemos nombrar los gusanos blancos, colémbolos, moscas, pulgones, tábanos y mosquitos.
En tanto, en las regiones de tundra alpina existe una notoria disminución de este tipo de organismos, pero mayor presencia de escarabajos, saltamontes y mariposas.
Fieles colaboradores
Uno de los más fieles acompañantes de los hombres que habitan la tundra, en sectores como Canadá, Alaska (EE.UU.) y Siberia (Federación Rusa), son los perros de raza Husky siberianos, conocidos comúnmente como siberianos.
Esta raza es originaria de la región cercana al Estrecho de Bering. Los perros Husky sirven de compañía a las personas que habitan estas inhóspitas zonas, además de ser útiles por su gran velocidad.
Estos animales pueden resistir varios grados bajo cero, e, incluso, poseen una gran capacidad para tirar carros de carga, por lo que son la tracción de uno de los medios de transportes más típicos de la tundra: el trineo.
Liberación de gases
Un fenómeno menos conocido es la relación del derretimiento del permafrost y el calentamiento global. Como un verdadero círculo vicioso, las altas temperaturas del planeta descongelan el suelo permanentemente helado, liberando en forma de gas muchos de los elementos que lo componen, como por ejemplo, metano (que data de las glaciaciones ocurridas hace millones de años). Este es liberado hacia los pantanos, donde burbujea y asciende a la atmósfera, sumándose a la gran cantidad de gases producidos por las diferentes actividades humanas y que dañan y aceleran el calentamiento global.
Si comparamos el gas metano con uno de los gases más dañinos para nuestra atmósfera, como lo es el dióxido de carbono, notaremos que el primero permanece fijo por menos tiempo en la atmósfera terrestre, pero atrapa el calor con mayor intensidad.
Datos Icarito
¿A qué porcentaje de la superficie terrestre del hemisferio norte corresponde el permafrost?
A casi un 20%.
¿Qué es el termokarst?
Son depresiones cerradas, que se originan por la fusión del permafrost y el colapso del terreno.
¿Qué significa permafrost?
Es la unión de las palabras inglesas permanent (permanente) y frost (congelado).
¿Por qué no existen árboles en la tundra?
Porque el permafrost impide que las raíces de los árboles se fijen en el suelo.
¿Cuánto se demora en madurar una mariposa que habita la tundra?
Puede llegar a tardar dos años.