Su verdadero apellido fue Selcraig. Desde su infancia demostró un carácter complejo y turbulento, caracterizado por la desobediencia y la altanería.
Contrajo matrimonio en primeras nupcias con Sofía Bruce y, en segundas, con Francisca Candis (1720). Selkirk murió en 1723, a la edad de 47 años.
El Archipiélago Juan Fernández -escenario de la aventura de Selkirk- fue descubierto en 1574 y hasta 1749, cuando se estableció en él un presidio, sólo presenció el intento colonizador realizado por los jesuitas en la primera mitad del siglo XVII. Tanto su ubicación geográfica como la carencia de población hicieron de él un seguro punto de recalada para todo tipo de navegantes. Esto fue motivo suficiente para que las autoridades españolas decidieran desolarlo mediante la tala de las especies vegetales y la introducción de perros que mermaron la población caprina del lugar (1689).
Comienza la aventura
En 1704, Selkirk formaba parte de la expedición corsaria del capitán Dampier, que conformaban dos naves. En la Cinque Ports -comandada por el capitán Stradling-, Selkirk fungía como tercer oficial. Fracasado el intento por apoderarse de un navío español que se suponía estaba en camino a Buenos Aires, las naves de Dampier se dirigieron a Juan Fernández y desde allí hacia El Callao, donde no pudieron capturar ningún barco.
Entonces, decidieron volver a Juan Fernández para recoger a unos marineros que allí habían dejado. La falta de presas -que quiere decir naves capturadas en términos de navegación- generó un descontento que poco a poco se fue haciendo general. Entre los frustrados se encontraba Selkirk, quien al llegar los barcos a su destino, prefirió quedarse allí con un fusil, una biblia, un hacha, sus ropas, algo de pólvora y algunos utensilios.
Selkirk y Crusoe
Los detalles de su permanencia en Juan Fernández son prácticamente desconocidos, debido al silencio que Selkirk se impuso sobre su experiencia. Sin embargo, es posible aventurar que la soledad de los parajes y la frugalidad de su existencia moderaron su carácter y disminuyeron su interés por la aventura.
Muchas de las situaciones que Daniel Defoe describió en su Robinson Crusoe, pieza literaria de fama mundial, deben haber sido muy parecidas a las situaciones que Selkirk debió enfrentar, tales como su dieta basada, en lo fundamental, en cabras salvajes.
Otras, en cambio, son evidentemente ficticias. Selkirk no tuvo ninguna compañía como Crusoe, quien durante un tiempo vivió con Viernes, un indígena que habría sido abandonado en la isla.
Selkirk vivió en Juan Fernández hasta enero de 1709, cuando arribó a la isla la expedición del Capitán Woodes Rogers, la que para su sorpresa lo encontró. En 1712 volvió a su hogar en Largo, donde vivió tranquilamente hasta su muerte.