Fue el último de los románticos de las letras chilenas. Poeta, dramaturgo, novelista, cuentista, crítico y cronista. Nació en Quilpué el 30 de junio de 1892, estudió en los Padres Franceses y el Instituto Alemán. En 1918 la Revista Zig-Zag lo nominó el poeta más popular de Chile.
Publicó en 1911 El Calor del Terruño; 1918, Los Momentos y Reino de Angustias. En 1939 De la Vega adoptó el verso libre como ejemplo de ello El Romancero (1934) La Quintrala (1936) y Mansión Desvanecida (1932). Experimentó la narrativa con Luna Enemiga y Caín, Abel y una Mujer. En el teatro nunca dejó de tener éxito, desde su primera obra en 1911 que fue de un crimen en Recoleta.
En 1912 se inició en el periodismo como redactor y fundador de la revista Pluma y Lápiz y de los diarios La Mañana, El Mercurio y Las Últimas Noticias. En este período trabó amistad con Fernando Santiván, Eduardo Barrios, Ángel Cruchaga Santa María y Juan Guzmán Cruchaga, destacados escritores y amigos que lo acompañaron toda la vida.
Entre 1920 y 1923, trabajó en la Biblioteca Nacional. Posteriormente, en 1953, fue designado agregado cultural de la Embajada de Chile en España.
Daniel de la Vega es el gran maestro de la crónica breve. Su columna de Las Ultimas Noticias lo acompañó hasta su muerte. Todas sus dotes humanas y artísticas para el éxito de esta forma de periodismo literario. «Toda la vida he tenido el miedo de aburrir«.
A pesar de que Daniel de la Vega cultivó otros géneros literarios, sin duda su contribución más importante la realizó en el periodismo.
Luz de candilejas y Fechas apuntadas en la pared son notables recopilaciones de crónicas memorialistas que registran agudas observaciones de la vida diaria: apuntes sobre actores, autores, escenarios y entretelones. En este género, su obra principal es Confesiones imperdonables, antología selecta de sus crónicas en cuatro tomos.
Su labor fue reconocida en diversas ocasiones y a través de distintos premios. En 1941 obtuvo el Premio Atenea; en 1953 el Premio Nacional de Literatura y en 1962, el Premio Nacional de Periodismo y el Premio Nacional de Artes, mención Teatro.
De su abundante obra, destacan La música que pasa (1915), Las instantáneas (1927), Luz de candilejas (1930), Fechas apuntadas en la pared (1932), Andanzas de un cronista de teatro (1927) y Confesiones imperdonables (1962-1967).
Después de una extensa trayectoria en las letras nacionales, Daniel de la Vega murió en Santiago, el 29 de julio de 1971.