Un día el zorrito salió a pasear por el campo. Vio que algo se movía y dijo:
– ¿Hay alguien ahí?
Sólo vio algo blanco, así que con su patita empezó a tirar para los lados el pasto que le estorbaba. Allí había un conejito que se había
perdido. El zorrito le dijo que fuera con él, a lo mejor lo podía ayudar.
Fueron a la cueva del zorrito y él le preguntó a su mamá:
-Mamá, me encontré un conejito, está perdido.
Su mamá le responde:
-¿Un conejito?… A ver espera. ¡El conejito es el hijo de nuestra nueva vecina!, respondió alegre.
La mamá se lo fue a entregar y el zorrito muy contento le dijo:
-¿Quieres ser mi amigo y de mis hermanos?
El conejito respondió muy alegre:
-¡Sí!
Todos los días jugaban felices hasta el atardecer.