Había una vez un caballo que vivía en una granja. El caballo no era feliz. Resulta que no estaba casado, porque no había ni una caballa. Un día pensó: «No sirvo para nada». ¿Qué estás diciendo?, le dijo un caballo. Tú puedes ir a una carrera de caballos. Si es que ganas, te van a adorar las caballas. Nunca había pensado en eso, respondió. Así que anda allá, le respondió el otro caballo. ¿Cómo te llamas? Le dijo nuestro caballo. «Flip», le dijo el otro caballo. Yo me llamo «Solitario», le respondió nuestro amigo. ¡No puede ser! Exclamó Solitario.
Pero las cosas cambiaron. Hubo una carrera. ¡¿Qué voy a hacer?!, gritó espantado. Flip le dijo: «Ten confianza, ten confianza». ¡Pero qué sorpresa! Vio su posición y estaba en primer lugar. Asombrado, corrió más y más rápido. De repente vio que la meta estaba atrás suyo. ¡Qué bien!, gritó. Desafortunadamente, Flip no estaba. Okay, le diré después. Dicho y hecho, le contó a Flip lo ocurrido y Flip le respondió ¡Qué bien!, ahora eres el campeón.
Pero cuando estaba en el tren vio que su vagón se había soltado. ¡Flip!, ¡Flip!, ¡Ayúdame!. Flip dio vuelta la cabeza y estaba Solitario. ¡Resiste, Solitario! ¡Yo te salvaré! Saltó al vagón y con una cuerda agarró al vagón con el tren. ¡Gracias, Flip!, le respondió Solitario. De nada, le respondió Flip.
Los caballos Flip y Solitario se hicieron famosos. Solitario se casó y Solitario ahora se llama Acompañado.