Había una vez, en un palacio lejano, un príncipe llamado Edmundo. Tenía siete años.
Cierto día, le llevaron a su habitación una cosa rara llamada espejo. Como era algo nuevo, el no dejaba de mirarse y halagarse todo el tiempo.
El espejo empezó a mostrar imágenes horribles, en vez de las verdaderas. Edmundo asustado por ser tan feo, dejó de mirarse y así el espejo consiguió que no fuera un engreído.
Por: Catalina Peña