Hace varios siglos, en la Tierra, había un trompo muy poderoso y valioso. Le pertenecía a un hombre llamado Raiden, que habitaba en su castillo con su hijo.
El padre de Ziro había encontrado el trompo en una de sus cruzadas por la paz mundial, en un océano cercano a la Antártida.
Ziro era muy bueno, fuerte y poderoso porque poseía el trompo de su padre. Todos los reyes querían quitarle el trompo. Estos se llamaban: Zeus, Subcero y Escorpión. A pesar de que poseían cuánto deseaban, les faltaba el sublime trompo de Ziro, y este interés los convertía en enemigos del hijo de Raiden.
Luego de la muerte de su padre, Ziro viajó al antiguo Olimpo. Sus amigos le advirtieron de los planes de Zeus para atacarlo y robarle el trompo tan preciado.
De inmediato, Ziro organizó un ejercitó para poder combatir a sus enemigos. Un viejo amigo llamado Ghost, reforzó sus ejércitos y ayudó en la batalla que resultó muy sangrienta.
En medio de la batalla, Ziro alzó su trompo en lo alto de una montaña y éste emanó un poder nunca antes visto que asombró a todos. Los ejércitos enemigos cegados por la luz, dieron un paso atrás y desaparecieron en el horizonte. El trompo de Ziro fue salvado al fin.
Cuando Ziro envejeció, antes de morir, le regaló el trompo a su hijo. Entonces, fue pasando de generación en generación, hasta que lo encontró un hombre que hacía juguetes y lo puso a la venta.
Por: Enzo Esteban, Joel Salinas, Karen Soto y Karen Mendoza. De Mendoza, Argentina.