Había una vez, una niña que se llamaba Paola.
Un día, se fue a dormir y soñó que eran las vacaciones y viajaban a la playa, con sus hermanos, su mamá y su papá.
También soñaba que viajaba en un submarino y llegaba al fondo del mar y encontraba muchas cosas entretenidas, como muchos peces, mantarrayas, corales y caracoles.
Después, soñó que también en sus vacaciones viajaba al campo y encontraba un lugar encantado, con muchas hadas y duendecillos. Ellos invitaron a Paola a jugar y ella no desconfió de ellos, así que empezaron a jugar. Luego, encontraron una gran cascada que llevaba a un lago. Al anochecer hicieron una fogata y un hada le propuso que se quedara a dormir, y ella aceptó feliz. Al otro día, jugaron todo el día hasta que empezó a anochecer y le volvieron a ofrecer hospedaje a Paola, pero esta vez ella no aceptó.
Luego de eso, Paola soñó que volvía de sus vacaciones y entraba al colegio. Y cuando llegaba, se encontraba con todas las hadas y los duendecillos, que la seguían a todas partes y jugaban con ella. Un día, entró en la sala de clases y todos sus compañeros la molestaban con que era rara y le decían «¿cómo te puedes juntar con ellos?».
Paola se sintió muy mal y se fue al baño corriendo y llorando, entonces, llegaron las hadas y los duendecillos y le preguntaron por qué lloraba. Paola les respondió: «porque todos mis compañeros se burlan de mi. Todo eso es por la culpa de ustedes. Me molestan con que yo soy rara porque me junto con ustedes».
Entonces, ellos le dijeron: «si quieres que te dejen de molestar, tan sólo despierta».
Ella respondió: «es cierto, es sólo un sueño».
Luego, Paola despertó con la dulce voz de su mamá que le decía: «¡Paola!, ¡Paola!, despierta hijita mía, debes ir al colegio».
Por: Sofía Curitol, 10 años.