Había una vez un niño, cuyo nombre era Martín. Era grande, tenía todo lo que podía desear y tenía 10 años.
Un día, era 12 de septiembre, y mientras Martín jugaba tenis con su mejor amigo en la calle, una señora con su mamá, su hija y su hermana, regaban las plantas pero justo a Martín se le cae la pelota donde la señora.
La señora muy enfadada mira al niño con cara de ogro y le dice que es muy peligroso andar jugando en la calle ya que pasarían vehículos, y entonces la señora no le entregó la pelota.
Martín muy enojado, busca una estrategia para poder hacer enojar a la señora en venganza que le quitara la pelota. En el mismo instante se le ocurrió una muy buena idea, Martín le dijo a la señora que ya que era 12 de septiembre ¿por qué no había puesto la bandera? a caso ¿no era chilena?
La señora le responde de nuevo como ogro:
– Claro que soy chilena, niño insolente, no respetas a tus mayores además hay una niña aquí presente si no te agarraría de las orejas y con una patada te mando a tu casa.
Martín, sorprendido con la reacción de la señora, nunca más le habló así a ninguna persona mayor, ya que a veces es mejor quedarse calladito y parecer burro pero no insultar, ni tampoco hablarle fuerte a una persona desconocida.
Moraleja: Nunca le hables fuerte a un adulto, y menos a un desconocido.
Por: Dámaris Vivallo G.