Había una vez, una niña pequeña de 3 años, que vivía en el Norte Chico junto a su perro Lulú.
La mascota era su mejor amiga, ya que ella vivía sola. La niña se llamaba Scarlet y fue abandonada, porque sus padres eran muy pobres y no podían mantenerla.
Un día, Scarlet salió a pasear con Lulú. De repente, se encontraron con una hermosa mujer, de ojos claros. La mujer estaba muy triste.
Scarlet le preguntó: «¿Por qué está tan mal?».
– Porque me echaron del trabajo -respondió-.
De pronto, la mujer le dijo a la niña que la había hecho recordar a su hija que había muerto.
La mujer le dijo a Scarlet: «¿Y tus padres?».
Ella se puso muy triste y respondió: «No tengo, vivo sólo con mi mascota».
– ¿Te gustaría vivir conmigo? -preguntó la mujer-. Scarlet aceptó encantada.
En ese momento, la niña le preguntó a la mujer: «¿Cómo se llamaba tu hija?».
– Scarlet -respondió ella-.
En aquel instante, se dieron cuenta de que todo era una gran coincidencia y que aquella mujer, era la madre perdida de la niña.
Ellas se pusieron muy contentas, se abrazaron y lloraron juntas.
Tiempo después, Scarlet pudo conocer a su padre. Finalmente, su madre encontró trabajo y vivieron muy felices.