La felicidad es un fragmento
de la eterna amargura, perpetua, convicta.
Pena, te liberas sólo para atraparte
en tu celda de temores.
El sonido de tu voz oculta,
tirita en tu espacio remeciéndote,
provocándote una lluvia en tu cara
encerrada en el centro de tu mundo.
Tú eres prisionera y cumples la sentencia.
De la soledad te sientas, encojes, gritas, lloras.
La decepción se aferra a tu alma,
y el odio domina tus condiciones de optimismo.
La vida se está yendo.
Tu naturaleza se está acabando.
En la tierra en donde crece tu árbol,
tus hojas se caen marchitas de lágrimas pobres.
Cariño mutuo por entregar amor de tu ser.
Gritas, gritas en tu pieza.
Desorientada, no te ubicas.
Pues tu egoísmo
te ha llevado a la nada.