Había una vez, un anciano que por necesidad andaba en silla de ruedas. Vivía en unos cerros en un lejano lugar.
Un día, al anciano se le ocurrió pasear por el cerro verde. Cuando iba en un puente, de repente una rueda salió volando y el anciano se cayó al río. Arrastrado por la corriente, se fue gritando: «me voy a morir tan joven, ¿por qué?, ¿por qué?».
Entonces, una abuelita salió de su casa y preguntó «¿por qué hay tanta gritería?». Su nieto le dijo: «es que parece que un anciano se cayó al río».
– «¿Y es viejito, como de mi edad?», le preguntó la abuela.
– «Sí»
– «Pero, ¿por qué no lo vas a sacar?, si sabes que hay una cascada más allá».
– «Eso es lo que voy a hacer», dijo el nieto. Y se fue pensando: ‘tengo una oportunidad’.
Finalmente, lo sacó y le dijo: «¿se cree joven?».
El anciano respondió: «sí, tengo 98 años».
– «¿Qué?, ¡muérase luego, viejo tonto creído».
Por: Gioconda González
