«Pueblo que danza no muere», dice un refrán oriental. En efecto, la danza es una necesidad vital y al hablar de chileno se hace imprescindible resaltar el valor de nuestros bailes chilenos.
Desde el siglo XIX en Chile se hicieron populares las danzas y lentamente fueron asimiladas y reinterpretadas especialmente en medios campesinos a través de un proceso espontáneo, colectivo y anónimo. Cada baile fue asumiendo a través de la historia su propio significado y determinadas premisas o características.
Bailes chilenos del Norte
El trote
Baile de pareja mixta, en el que los bailarines realizan unos pasos de igual forma que si estuvieran trotando -de ahí su nombre-, avanzando y retrocediendo; tomados de ambas manos se van realizando giros para un lado y otro, sin dejar de jugar con el movimiento de los brazos.
El Cachimbo
Baile mixto de pareja, en el que la mujer hace gala de su coquetería y demuestra que es conquistada por el hombre. Es similar a la cueca en la coreografía. También se realizan vueltas y giros al compás de la música, sin dejar de jugar y coquetear con el pañuelo blanco que se lleva en la mano derecha. El cachimbo no tiene texto, solamente melodía, la que se puede interpretar en acordeón y guitarra, llevando acompañamiento rítmico al igual que todas las danzas chilenas.
El Torito
Una de las formas de celebración de la festividad de San Pedro el día 29 de junio en San Pedro de Atacama es a través del canto y la danza de origen religioso y profanas. En el torito, baile de toda la comunidad, se forma una rueda. En su interior hay dos hombres vestidos uno entero de blanco y el otro de negro, con una gran máscara en forma de toro cada uno de ellos. Las personas que rodean a estos toros palmotean sus manos y cantan la canción, mientras los toritos se dan de cornadas avanzando y retrocediendo hasta ser derribado uno de ellos, que es siempre el toro vestido de negro.